La belleza de la poesía cruda

A lo mejor has leído esta noticia en algún sitio:

Una discusión sobre literatura acaba en asesinato

El homicida, un exprofesor aficionado a la poesía, acabó con la vida de un amigo que le dijo que toda la obra verdaderamente valiosa está en prosa.

En fin. La noticia no tiene nada de graciosa, pero es un buen gancho para una discusión clásica:

¿Es mejor la poesía o la prosa?

La pregunta es estúpida, por supuesto. ¿Qué significa “mejor”? ¿Bajo qué criterios  podemos valorar si la poesía es un arte más elevado que la prosa? ¿Qué es “un arte” y por qué se puede elevar?

¿A qué huele la poesía?

Teniendo en cuenta que yo detesto las palabras bonitas, no puedo ser objetivo: la mayoría de la poesía huele a autofelaciones y a ínfulas de grandeza.

Ahora es cuando me crucificas. Pero claro, la mayor parte de la prosa también huele a lo mismo, y es que, aplicando la ley Sturgeon , el 90% de todo es basura.

Theodore Sturgeon, famoso (y muy bueno) escritor de ciencia ficción, dijo en una ocasión que el 90% de la ciencia ficción que se publicaba era una mierda. Más tarde aclaró que, en realidad, el 90% de todo lo que se publica tiene el mismo olor, tacto y consistencia que la caca.

Lo dijo con otras palabras, es cierto, pero el significado está muy claro y, sobre todo, es dolorosamente cierto. ¿Que no? Echa un vistazo a esto y sé honesto. Es un listado de novedades publicadas en Amazon, lo cual es hacer trampa, lo sé, porque Amazon no se caracteriza por tener un gran filtro de calidad.

Bien, ¿no?

Así que, si descartamos el 90% de todo, tenemos una modesta producción de prosa y poesía realmente aceptable. ¿Es mejor una que otra? Pues leo textos como éste de José Emilio Pacheco…

NIÑOS Y ADULTOS

A los diez años creía
que la tierra era de los adultos.
Podían hacer el amor, fumar, beber a su antojo,
ir a donde quisieran.
Sobre todo, aplastarnos con su poder indomable.

Ahora sé por larga experiencia el lugar común:
en realidad no hay adultos,
sólo niños envejecidos.

Quieren lo que no tienen:
el juguete del otro.
Sienten miedo de todo.
Obedecen siempre a alguien.
No disponen de su existencia.
Lloran por cualquier cosa.

Pero no son valientes como lo fueron a los diez años:
lo hacen de noche y en silencio y a solas.

y, la verdad, me resulta difícil no emocionarme. ¿Se puede lograr la misma emoción con la prosa?

»Porque las gentes de ese pueblo podían ser tan buenas como crueles y
tenían un sentimiento natural de la justicia y un deseo de hacer lo que
es justo. Pero la crueldad había penetrado en las filas de los hombres y
también la bebida o un comienzo de la borrachera, y las filas no eran ya
lo que eran cuando salió don Benito. Yo no sé qué pasa en los otros
países y a nadie le gusta la bebida más que a mí; pero en España, cuando
la borrachera se produce por otras bebidas que no sean el vino, es una
cosa muy fea y la gente hace cosas que no hubiera hecho de otro modo. ¿Es
así en tu país, inglés?»

La respuesta es fácil cuando el autor es bueno, por supuesto. Hemingway nos caló bien en Por quién doblan las campanas.

Así que ya sabes, si alguien te pregunta si la poesía es mejor que la prosa, coge una botella de vidrio y pégale bien fuerte, porque está haciendo una pregunta estúpida y hasta los más reticentes a encontrar la belleza en las palabras, como un servidor, se rinden ante un buen poema.

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