Los pilares de una buena historia son los personajes. No son los únicos, pero sí son importantes. Si los protagonistas son aburridos, la historia lo tiene muy difícil para resultar interesante.
Es más, podríamos asegurar que muchas de las grandes historias reposan sobre los hombros de sus personajes, y sin ellos probablemente no serían recordadas.
Estás pensando en un ejemplo, ¿verdad? En el cine es muy fácil encontrarlos, es decir, hay muchas películas que, si no fuera por el carisma de alguno de sus protagonistas, habrían pasado sin pena ni gloria por nuestras vidas.
Con los libros no es tan obvio, pero también hay casos. Las grandes sagas siempre se han caracterizado por el magnetismo de sus protagonistas. John Carter, Arsenio Lupín, el inigualable Sherlock…
Sin embargo, es muy difícil escribir una historia con un personaje que destaque por su inteligencia o fuerza, y que aun así resulte interesante. En líneas generales, es mejor buscar la empatía que la admiración: es más fácil que sintamos cariño por un personaje débil que lucha por superar las adversidades, que por un personaje fuerte que se limita a solucionar los problemas gracias a sus dones innatos.
NOTA IMPORTANTE (para tatuarse en el brazo de escribir): Los personajes deben crecer, evolucionar, deben reaccionar a los problemas, adaptarse y mostrar un cambio. Sin ese cambio, el personaje será un vehículo para contar una historia, pero nada más. Una gran historia, sin un personaje humanizado, creíble y con quien podamos sentirnos identificados, podrá atraparnos, podremos disfrutar de ella y decir “qué buena”, pero no generará emociones en nosotros.
Y sin emoción, no hay arte.
Todo esto dicho así a lo bruto, claro.
¿Cómo van a ser mis personajes? Su evolución va a tener un peso importante en la historia, así que comenzaré definiendo personajes que podamos comprender, de quienes pensemos “yo soy como él” (o algo parecido), y después les someteré a los rigores de la historia, para que salgan por donde puedan. Un personaje feliz no necesita cambiar. Si todo te va bien, ¿para qué cambiar las cosas? La evolución de un personaje va ligada a los cambios en su vida y, por lo tanto, a su malestar. La felicidad en la literatura es aburrida.
De ese modo, intentaré que la evolución que deseamos para nosotros mismos pueda reflejarse en los protagonistas, en sus reacciones ante la adversidad. ¡Quiero que te sientas orgulloso de ellos!
Ya decía en el inicio de esta serie que una de mis protagonistas sería una mujer… resolutiva. Pero no empieza siendo capaz de enfrentarse a todo, claro. Cambiamos cuando nos vemos obligados a hacerlo. Así somos de vagos y comodones.
El funeral no es el suyo. No será una novela de zombies.
totalmente de acuerdo, la felicidad es aburrida, tanto en la literatura como en el cine.