Lo prometido es deuda. Así que hoy voy a hablar de The great pursuit (1977), del inglés Tom Sharpe (en español fue publicada como La gran pesquisa por la editorial Anagrama). ¿Por qué utilizo el título inglés? Pues porque la he leído en su idioma original. No para presumir ni para dármelas de políglota, sino porque me llegó a las manos así, como un regalo. He de confesar que hace mucho tiempo y he ido posponiendo su lectura precisamente porque estaba en inglés. Reconozco que poder leer las novelas en el idioma en que fueron escritas originalmente tiene sus ventajas, pero bastante tengo con tener que hablar y escuchar el idioma anglosajón todo el día, o una versión adulterada del mismo, aquí, en Yankilandia, donde vivo, como para encima leerlo también. No obstante, hay momentos en los que una necesita reírse por encima de todo, incluidos los remilgos. Ahora me arrepiento de no haber leído antes esta obra o cualquier otra de Sharpe (alguna ronda por casa de mis padres). Hacía mucho tiempo que una novela no me hacía reír tanto, quizá desde que leí, lo que parece ya eones atrás, El diario secreto de Adrian Mole (1982), de la inglesa Sue Townsend, o La guía del autoestopista galáctico (1979), del también inglés Douglas Adams. Parece que los hijos de la Gran Bretaña tienen una habilidad especial para escribir novelas humorísticas.
Es difícil contar algo de la trama de The great pursuit sin destriparla (aunque aquí puedes encontrar una breve y curiosa descripción de la historia). En líneas generales y a simple vista es una sátira sobre el mundo de las agencias literarias y las editoriales, contada por alguien, Tom Sharpe, que sin duda lo conocía muy bien. Pero, como siempre, las buenas novelas contienen siempre mucho más de lo que parece a simple vista. El título hace referencia a un libro sobre crítica literaria escrito por la Dra. Sydney Louth, uno de los personajes de la novela, que es fundamental en el desarrollo de la trama. Pero en realidad se trata de una referencia a los libros La gran tradición y La pesquisa común, escritos por el crítico literario F.R. Leavis, que fue real, de carne y hueso, y cuyas obras críticas tuvieron durante años una gran influencia el estudio de la literatura inglesa en Gran Bretaña. Según Leavis, la función de la novela debe ser fundamentalmente moral; desde este punto de vista, no hay lugar en la Literatura para los best sellers ni sus autores. El personaje de la Dra. Louth, de alguna manera, es una caracterización de F.R. Leavis, que por lo que deja entrever The great pursuit, no era la persona favorita de Sharpe.
Si excluimos a la Dra. Louth, el resto de los personajes de la novela no son sino estereotipos, pero de esos que sabes que representan perfectamente la realidad. Así, en sus páginas encontramos a un agente muy pagado de sí mismo; a un editor inculto, sin escrúpulos y podrido de dinero; a una exmiss en la madurez, operada y recauchutada, en busca del sentido de la vida; a una americana convincente… Para mí, sin duda, el mejor es el del escritor novato que lleva más de diez años escribiendo y reescribiendo el mismo libro, ese que todos llevamos dentro (y que algunos plasmamos en el papel) y que en su caso es un tablón insoportable inspirado en su traumática adolescencia. Este escritor solo lee las obras de aquellos que la Dra. Louth considera grandes autores y tiende a imitar el estilo de estos al escribir su novela.
Y hasta aquí puedo leer.
Pero de la novela en general puedo decir que tiene un humor inesperado, en el sentido de que nunca ves venir la gracia, y muy natural, nada forzado. Y pese a que se trata, de alguna manera, de humor inglés, no me ha parecido ordinario ni de mal gusto en ningún momento. Tampoco surrealista. La historia es original y en ningún momento tonta, a pesar de tratarse de una comedia. Y Tom Sharpe, aparte de tener una imaginación admirable (algunas de las escenas que crea son realmente asombrosas), escribe divinamente, con un lenguaje ágil y preciso, muy adecuado para el humor.
El único pero que le pondría es que la acción está, para mi gusto, un poco acelerada; uno tiene la sensación, al leer la novela, de que todo pasa demasiado rápido, lo que le resta realismo. No obstante, la recomiendo sin duda si alguien quiere o necesita pasar un buen rato.