Te pongo en antecedentes:
El término Nueva era o New age —utilizado durante la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI— se refiere a la Era de Acuario y nace de la creencia astrológica de que cuando el Sol pasa un período (era) por cada uno de los signos del zodíaco, se producen cambios en la Humanidad.
Claro que te suena. En España el movimiento cobró fuerza algo más tarde, acompañado a finales de los 80 por algunos músicos muy influyentes que blablabla… En fin, la New Age y todo el rollo.
Que llegara más tarde a España es una apreciación personal mía porque antes era demasiado pequeño, y mi referente musical era éste:
Entonces llegó el gran boom: Libros de autoayuda, viajes iniciáticos disfrazados de novelas y mucha fe en la humanidad nos hicieron creer que un futuro mejor nos aguardaba. Seguro que conoces alguno de estos libros:
El monje que vendió su Ferrari, de Robin S. Sharma.
Las Nueve revelaciones, por James Redfield.
El guerrero pacífico, de Dan Millman.
El caballero de la armadura oxidada, por Robert Fisher.
Las enseñanzas de Don Juan, y el resto de libros de Carlos Castaneda.
Dios vuelve en una Harley y sus secuelas, de Joan Brady.
Te suenan, ¿verdad? Los libros de autoayuda fueron una plaga, pero al menos la gente los leía, y su objetivo, además de enriquecer a su autor, era que las personas fueran más felices.
Más o menos.
¿Qué fue de aquel entusiasmo, de aquel futuro tan optimista? ¿Qué fue de la conciencia expandida y del Amor de la Humanidad?
¿Resumiendo? Las personas crecimos y la vida empuja. Más tarde llegó la crisis, y todo, absolutamente todo, se volvió secundario. La felicidad, la familia y la salud no importan; lo que cuenta es tener trabajo y producir. Eso ya lo sabes, no hay más que escuchar las noticias: Somos el enemigo vencido del gobierno y nos tratan como tal.
Esta situación no es nueva. La generación de la paz y el amor, que se enfrentaba al gobierno que enviaba tropas a Vietman, fue devorada por el consumismo y la Guerra Fría. Se explica mucho mejor que yo Hunter S. Thompson en su Discurso de la Ola (extracto de Miedo y Asco en Las Vegas)
Y esto, creo yo, fue el motivo… aquella sensación de victoria inevitable sobre las fuerzas de lo Viejo y lo Malo. No en un sentido malvado o militar; no necesitábamos eso. Nuestra energía prevalecería sin más. No tenía ningún sentido luchar… ni por parte nuestra ni por la de ellos. Teníamos todo el impulso; íbamos en la cresta de una ola alta y maravillosa.
Así que, en fin, menos de cinco años después, podías subir a un empinado cerro en Las Vegas y mirar al Oeste, y si tenías vista suficiente, podías ver casi la línea que señalaba el nivel de máximo alcance de las aguas… aquel sitio donde el oleaje había roto al fin y había empezado a retroceder.
A lo mejor es una percepción mía. Quizá la New Age nunca fue tan llamativa como yo creo, y ahora sigue existiendo igual de fuerte que antes. Si pongo “era de Acuario” en un buscador de internet, los resultados dan escalofríos.
Así que me pregunto… ¿Tengo razón? ¿Es un resultado inevitable? ¿Viviremos siempre en una onda de optimismo espiritual y opresión económica? Si es así, quiero vivir la siguiente ola, cabalgar sobre su cresta y leer con avidez sus libros más aclamados, aunque sean una memez. Al menos pensaré, de nuevo, que existen razones para tener esperanza.
Mientras tanto, esperaré leyendo a Santiago Posteguillo, a George R.R.Martin, y a todos aquellos que ponen su talento al servicio de nuestra evasión, tan exigente y perra. Leer nos hace sentir libres.
Me ha encantado, muy buena reflexión