La Odisea del Labrador: Cómo debes leerlo y por qué podría gustarte

Vamos con la reseña del libro más difícil de ubicar que he leído en mucho tiempo. No es por el libro en sí: es de humor, ya está clasificado. Es que no me queda hueco en las estanterías y no sé dónde ponerlo. Pero lee, lee, que se te va a poner cara de comedor de limones.


LA EDICIÓN

Primero la parte física: La odisea del labrador está editado por KAIZEN EDITORES. Es un libro cortito, de apenas 200 páginas y tamaño bolsillo. Tapa blanda. ¿Qué se me olvida? Ah, sí, un detalle sin importancia: el autor. Está escrito por Juan F. Marín, autor de Relatos, falsos poemas, cosas. Eso significa que este es su segundo libro publicado, que yo sepa, y, si existe justicia en el mundo, habrá más. Supongo. No sé, dependerá de si se hace millonario antes, encuentra otras aficiones como jugar al paddel o cantar reggaetón y deja de escribir. Así que confiemos en que nunca se haga millonario.

El botones introdujo la maleta de Paco en el camarote y quedó en la puerta esperando la propina. Al demorarse esta silbó un tema de Tino Casal, sin moverse del sitio. Paco le entregó un frasco de linimento para que se lo aplicara en las rodillas y pudiese emprender camino y el panojo se fue pasillo abajo acordándose de sus muertos.

Hay alguna errata por ahí suelta, pero bueno, como en todas las primeras ediciones. Se ha elegido un tipo de letra sin serif para el cuerpo del texto, que es algo que a mí me rechina un poco porque soy un maniático con los tipos de letra, pero el maquetado es maravilloso. ¿Sabías que el primer párrafo de cada capítulo no debería usar sangrado en la primera línea, porque no hay confusión posible respecto al inicio del mismo? No se hace casi nunca, pero el editor de Kaizen tiene en cuenta esas cosas y se agradece.

Lástima lo de la letra sin serif.

Por cierto, es el inicio de una colección llamada Impacto. Me pica la curiosidad y estaré atento a lo que publiquen, porque este libro es… A ver cómo lo digo.


LA OBRA, LO QUE ES LA OBRA… ¿CÓMO LO DIRÍA?

He tardado bastante en leerla, pero no porque sea larga, sino porque es mejor disfrutarla en pequeñas dosis. ¿Porque es densa? No. Porque es tan rematadamente absurda, tan delirante, tan exagerada y rocambolesca, que si la lees del tirón te vas a empachar.

Me he reído a carcajadas, algo que no me pasa muy a menudo con un libro. Al principio lo leía pensando que, bueno, ese tipo de humor no es lo mío. Pero por acumulación, por desgaste puro y duro a las murallas de mi apatía lectoril, a veces se me escapaban las risotadas.

—Perdone usted —se secó una lágrima furtiva—, pero es que desde que me abandonó mi novio para ingresar en Al Qaeda, solo deseo recomponer mi vida. Y al verle a usted ahí tan elegante y educado, no he podido menos que imaginarme un futuro en compañía, con media docena de hijos y un chalé en Marbella donde triscasen por los montes antes de ir a la Universidad, las dos primeras a estudiar Ciencias Políticas y el menor Derecho, los dos del medio no los cuento porque nos abandonarán, los muy cabestros…, en fin, que me había hecho a la idea, coño.

La historia es sencilla: un cantante que ha recibido una cantidad de dinero inesperada (y fraudulenta), se embarca en un crucero para encontrar el sentido de la vida. A lo largo de su viaje se verá envuelto en asesinatos, revueltas militares y experimentos genéticos con aves de corral. Mejor dejo que te lo cuente la contraportada:

Eh aquí la sinopsis, que es la parte complicada de escribir un libro.

No he dicho «se verá envuelto en tramas de asesinatos» y todo lo demás porque las tramas aquí se dejan a la imaginación del lector. Las cosas simplemente pasan, y uno rellena los huecos. Un poco como ocurre en la vida, donde somos personajes secundarios en la mayoría de las historias en las que participamos y muchas veces ni siquiera somos conscientes de ello. Pero en este caso con más canciones, un refranero que no había escuchado en mi vida y mucho, mucho anís.

Es, en definitiva, un libro de humor en el que la trama es lo de menos, y el disfrute se consigue (y bien) a base del absurdo y las situaciones más cómicas.

Pero tú lo que quieres saber es si este libro es para ti o no, y para eso debes seguir leyendo.


LAS COSAS MALAS

En este tipo de textos, la línea que separa una novela de una sucesión de chistes pura y dura a veces es muy tenue y, si se cruza, el interés se resiente. No es el caso, pero este libro roza la línea muy alegremente en varias ocasiones, sin pudor ni complejos.

Si este tipo de humor no es para ti, ni te molestes, porque no es nada sutil en ese sentido. No es que haya alguna que otra escena surrealista y el resto sea una narración convencional; más bien es al contrario: casi todo el rato consiste en una sucesión de escenas de humor exagerado, unidas por una trama más o menos consistente, lo que significa que puede echarte para atrás si buscas un hilo conductor robusto y formal. A mí no me ha sucedido, como ya he dicho, porque lo he estado leyendo en pequeñas dosis…

Abrió la puerta por fin y vio frente a sí a dos números de la policía, el contramaestre, el botones pelirrojo, a Salustiano y Elizabeth, dos camareros, un electricista, un registrador de la propiedad, un ciego vendiendo el cupón, un equipo de baloncesto con su traje reglamentario, dos maquinistas, un ujier, la limpiadora abriéndose paso con el mocho para limpiar el desastre, un mono, dos perros de raza, uno bastardo, un niño que buscaba a su madre, un enterrador, una manifestación en favor de la república federal y un montón de gente a la que no pudo filiar.


LAS COSAS BUENAS

El libro no te engaña en ningún momento, ni pretende ser una cosa diferente a la que es. Es divertido, es ágil, se lee bien, no le sobra ni una página y si lo lees antes de dormir te irás a la cama con una sonrisa. Termina sin hacerse pesado y es totalmente original, en el sentido de que no recurre a una obra conocida para parodiarla, algo que sucede en muchas obras de humor y que detesto a niveles flamígeros. 

Creo yo que no se puede pedir más, así que saca tus conclusiones y dale una oportunidad.

Pero no demasiado. Es decir, compra el libro, pero no le hagas mucha publicidad al autor: recuerda que queremos que subsista, pero sin hacer demasiado dinero, para que siga escribiendo.


El autor, promocionando el libro con pasión y vigor

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