El peor relato posible – (Segunda edición)

¡Muy buenas, muchachada literaria! El año pasado subí un relato altamente ignominioso, abominable y chuliputanesco. Hoy toca volver a mancillar vuestras retinas con otro aborto literario.

El inspector Smith, nuestro apolíneo agente de tres brazos —no el de Matrix—, vuelve por todo bajo para gestionar un interrogatorio. Lo que ocurrirá a continuación os sorprenderá.

Para poneros un poco en contexto recomiendo que leáis el engendroso relato del que procede. No tiene desperdicio y os ayudará a entrar en el trance mental necesario para soportar el mierdolo que está a punto de embestiros.

Aquí abajo está el link

ATENCIÓN: Altamente abominable

Los motivos de esta afrenta

DISCLAIMER: En este caso, la clase trataba sobre errores de diálogo y la idea era escribir un relato con todos los posibles errores que un autor puede cometer. Así pues, os vais a encontrar acotaciones mal puestas, fallos de racord, conversaciones vacías, infodumping, un nivel de dramatización al nivel del ya legendario “Maldita lisiada”, falta de información severa, contextos incoherentes, melodrama barato, etc

No me enrollo más. Ehh, ¿disfrutad?

La hora de dar la cara

—El sospechoso aguarda, inspector —dijo ella.

—Me he agenciado este iphone en el departamento de avituallamiento y no sé cómo proceder —contestó él—. ¿Sabías que puedes encontrar el número de serie, el IMEI, el ICCID y el MEID del iPhone en la caja del producto? Es fascinante y, sin duda, muy importante para la trama.

—¡Ese aparato es de alta gama, inspector! ¡Qué ha hecho! —se lamentó ella.

—¿Q-qué? ¡Oh, Mindy, tu taciturno tono de voz es como levantarse durante una noche lluviosa a medianoche y confundir la ropa que has dejado en la silla con un implacable asesino! ¡Dímelo ya! ¡Gira hacia mí tu roja cabellera y arroja a través de tus húmedos y morbosos labios los dardos de la verdad, por muy hirientes que estos sean!

—Los dispositivos de alta gama… no corren a cuenta de la oficina, inspector.

—Eso significa…

—…que tendrá que pagar el teléfono con su sueldo. Lo siento mucho, señor.

—¡No, maldita sea! —El inspector golpeó la pared con su pétreo conjunto de dedos cerrados en un nudo gordiano y policial. Luego se agachó de cuclillas, estilo japonés, mientras agarraba con firmeza su bruna cabellera—. De nuevo la fortuna me es esquiva, Mindy. ¡Ah, demiurgo cruel que juegas con mi destino cual titiritero! Habré entonces de arrastrarme como el gusano que soy hasta el Departamento de Gastos para solicitarles un plan de financiación. ¡Mi sueldo, ganado con sudor, lágrimas, sangre, y sudor de nuevo, despilfarrado por una imprudencia! ¡Casi puedo intuir la sonrisa hiriente de ese burócrata cuando me informe de las cuotas y los intereses! Me hallaré entonces en números rojos…. ¡Porque rojo es el color del infierno, la sangre y los rusos! —Se levantó—. ¿Sabe que la semana pasada detuve al Zar Rojo, Mindy? Lo llamaban así porque era de Rusia y le gustaba ese color.

—Poseo ese conocimiento, ah, y el detenido prosigue con su aguardamiento —dijo ella.

—Vale.

El inspector Jon Smith abrió la puerta de la sala de interrogatorios y entró fumándose un puro. El sospechoso se encontraba sentado al lado de la mesa esposado de pies y manos. Decir que estaba hecho una mierda era quedarse corto. Tenía la cara llena de cortes, moratones y puntos de sutura. Al inspector le recordó vagamente a la escena del Joker en El Caballero Oscuro, pero en una versión en la que Batman se hubiera ensañado con un rallador de queso.

—¡Inspector John Smith! Por fin vamos a verrnos las carras, ¿ja? —dijo con un fuerte acento alemán.

—¿Sabes por qué estoy aquí, verdad?

—Sí. Y tú sabes que yo lo sé, Jhon.

—¿Y si te dijera que sé que lo sabías?

Responderría que sabía que tú sabías que yo lo sabía, Jon.

—¡Pero con lo que quizá no contabas era con que yo sabía que tú sabías que yo sabía que lo sé! ¡Incluso sé lo que aún no sabes, maldito gusano devorador de chucrut! Te tengo, y ya no hay nada que tu organización, cuyo nombre no diré en voz alta, pueda hacer lograr eso, o lo otro. ¡Este es mi Gambito de Dama, pero con pistolas y sin figuritas de ajedrez! ¡Habéis perdido todos! Tú, ellos, y los de más allá.

—No, los de más allá no.

—Vale, a esos no. Pero a tí sí que te tengo.

—Jajajajaja. No. ¡Nunca logrrarrás, cogerrnos, Jhon! ¡Somos invisibles a la vista!

—¡Ya lo he hecho, truhán!

—¡Te tengo aquí delante, canalla alemán! —exclamó el malo.

—Un momento. —Jonh parpadeó—. ¿Eso último no tenía que decirlo yo?

—Es verrdad. Volvamos a empezarr.

El inspector carraspeó.

—¡Ya lo he hecho, truhán! ¡Te tengo aquí delante, canalla alemán!

—¿Está completamente segurro de eso, inspectorr?

Juan Smith levantó una ceja y miró el rostro amoratado del villano. Estaba lleno de heridas. Era feo como un demonio y asegurar esto era faltarle el respeto a los esbirros de Satán.

—¿Qué quieres declamar, maldito embutidor de bratwurst?

—¡Jajajaja! Dirrección: John Woo. Guión de Mike Werrb y Michael Collearry. Hum, quizá le sirrva también la película de Jonathan Demme… Sí, esa que adapta a cierrta novela…

La realidad embistió al inspector Jonn Smith como un tren de mercancías en hora punta.

—¡Un abismo se abre ante mis pies! Me voy fuera de esta sala, villano, pero que sepas que no he acabado contigo…  —Yon lo enjuició con un poderosísimo dedo acusador—. Me marcho a través de esta puerta de la sala de interrogatorios del Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York, situada en la Police Plaza Path núm. 1. Ya he cerrado la puerta. ¡No puedes oírme! Oh, aquí fuera de la sala, y apoyado contra la pared en un gesto sufrido, empiezo a tener la cruel sospecha de lo que está aconteciendo en realidad…. Ah, también alcanzó a ver como mi ayuda acude en mi ayuda en forma de agente de prácticas ayudantil. Es español de España. Creo que Asturiano, o algo así. ¡Su inglés es perfecto, demonios!

Un agente llegó hasta el inspector armado con una tablet. Saludó marcialmente.

—¿Que le ha sacadu, señor? ¿Ha encontradu algu?

—No, joven con una dicción digna del C2 de Cambridge. Ese algo me ha encontrado a mí primero…

Entiendu. Es que el interrogatoriu ha sidu bastante confusu.

—¡Y más anómalo está a punto de volverse! Ah, procedo a sacar este maldito aparejo del diablo de mi bolsillo… Vaya, he puesto mal la contraseña del iphone…. 1, 1, 1, 1. ¡No, he fallado de nuevo! ¡Si erro una tercera vez, el teléfono se bloqueará e ignoro dónde está el ignoto código PUK! ¡No, ha ocurrido por tercera vez! ¡La trifuerza de las tragedias! —Lágrimas brotaron por los duros y severos ojos color negro bruno del inspector. Este cayó de rodillas, sujetando en sus exiguas manos el dispositivo de alta tecnología como si fuera un ataúd tecnológico en miniatura—. He… fracasado.

—Si quiere usamus mi tablet y luego le ayudu a desbloquear el teléfunu, inspector.

—Vale.

Los dos agentes se pusieron a bucear en las insondables redes. Las palabras del malo capturado les llevaron hasta una página web, imdb, especializada en críticas de cine. 

Cotejandu fechas, directorus y guionistus… Estos son los dos resultadus, inspector.

—¡OH, DIOS MÍO, ES PEOR DE LO QUE PENSABA!

Jonnh se dio media vuelta como un relámpago policíaco, arrancó la puerta de sus goznes de una patada y se abalanzó como un puma sobre el detenido. Tras aterrizar heroicamente sobre la mesa, le agarró de la cabeza con las dos manos y con la otra le sujetó la barbilla.

—¡Ahora, la verdad será revelada, bávaro bellaco! —exclamó Jhonh.

Sin embargo, el malo empezó a carcajearse mientras el inspector le clavaba las uñas en la cara y empezaba a estirar. Los puntos de sutura cedieron.

—¿Qué películas ha encontrado, inspector? —preguntó mientras le arrancaban la cara.

—¡El Silencio de los Corderos y Cara a Cara! ¡Sí, esa en la que salen Nicholas Cage y Jhon Travolta! ¡La gente dice que es mala, pero a mí me gusta! ¡Creo que es porque el director y uno de los protagonistas se llaman como yo! ¡Me suena que le puse CINCO ESTRELLAS!

Yion Smith acabó de arrancarle la cara, descubriendo que en realidad esta era una máscara de carne falsa. Debajo apareció otro rostro que no era alemán.

—¿Sabe lo que opino de todo esta farsa? —Arrojó la máscara a un lado.

—Dígame, inspector.

—Que ya era hora de que dieran la cara.

Alguien en la comisaría puso muy alto The Who.

Relato patrocinado por Apple.

Borja

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