En mi casa tengo un altar con unas velas siempre encendidas y algunos libros de mis escritores favoritos. Cuando paso por delante de él hago una reverencia y, los domingos, una genuflexión.
En ese altar hay libros de Arthur C. Clarke, Neil Gaiman, y, por supuesto, el escritor de quien más obras tengo en papel: Sir Terry Pratchett.
No voy a decir nada de este hombre que no sepas ya, oh sapiente y culto lector. Laura Gallego decía, al enterarse de su fallecimiento, que
«Muchos hemos pasado muy buenos ratos gracias a sus libros, hemos crecido con ellos, hemos explorado su universo (Mundodisco y más allá). Hoy se ha apagado una de las estrellas más brillante de la constelación de la literatura fantástica. Nos hizo reír a carcajadas, nos hizo soñar con mundos imposibles, nos hizo pensar en las cosas importantes. Sus millones de lectores no lo olvidaremos.»
Y dice bien. Su obra llega mucho más allá de Mundodisco. Seguro que conoces uno de sus libros más famosos y por el que siento un especial cariño: Buenos Presagios, escrito junto a Neil Gaiman. En él aprendí que cualquier cinta de cassette que pase el tiempo suficiente en un coche, si la dejas al fondo de la guantera, se termina convirtiendo poco a poco en los Grandes Exitos de Queen.
Como la vida misma.
Mataría por haber sacado yo esta fotografía.
Las cintas de cassette, no sé si recordarás, son esas cosas alargadas en las que se metía música poco a poco y que se rebobinaban con un boli.
Aquí puedes leer algunas frases curiosas de este magnífico artista. Como hoy me decía mi pareja después de releerse El Segador, Pratchett a veces conseguía en una sola página, frase, personaje o escena, contarte una historia mucho más interesante y emotiva que otros tipos más grandilocuentes en un libro entero.
(Se refería a Zafón, pero eso no viene a cuento).
En fin. Nada dura eternamente. Terry Pratchett ha muerto.
Larga vida a Terry Pratchett.
Increíble Terry Pratchett. Muy emotivo el artículo.