
Entrada escrita por Libertad García-Villada y Jesús Durán.
Se termina noviembre.
Hoy puede ser un día cualquiera, o uno un poco especial. Y por esto mismo, puede ser un buen momento para disfrutar de dos poemas.
Cualquier día es bueno para leer poesía.
Ambos los he escrito a cuatro manos con mi compañera Libertad.
La escritura a cuatro manos es un largo proceso de versiones, notas, rectificaciones y cambios. En un relato, el «argumento» no suele cambiar una vez definidos nuestros objetivos, aun con todas las sugerencias propuestas.
En poesía es más complicado. Un solo verso puede cambiar todo el sentido de una estrofa e incluso determinar que haya que rehacer el poema, que acaba siendo otro distinto.
Como comento, es un camino arduo, pero también muy enriquecedor.
Quien quiera conocer más sobre nuestro proceso de creación, que se ponga de acuerdo con Eduardo, amo y señor del blog, para que nos pague unas vacaciones en una isla caribeña, bebidas incluidas.
En cuanto a los poemas que os presentamos: el primero, titulado Náyade, proviene de una convocatoria que finalmente no se celebró. Decidimos relacionar las ninfas de agua dulce, el poder regenerador de este líquido, en el río o en una lluvia, y los dulces besos de un amor de verano, ya pasado; el segundo, Un día cualquiera, pertenece a otro concurso en el que no resultó seleccionado, y eso que es bien bonito. En este caso es una pérdida, una carencia percibida durante un día, en la cotidianidad.
Los poemas reflexionan sobre la ausencia y el cariño, cada uno en un determinado momento de la vida. Por este motivo los publicamos juntos.
Esperamos que te gusten.
NÁYADE Besé tus labios —bebí de ellos— y renové mi vida: brota fuerte por ti mi cariño, como agua clara donde nace el río: transparente —a tus ojos—, reparadora —de mis pesadillas—. Nuestro primer verano, aquellas —tímidas— caricias. El temor a la ausencia —presente— en nuestros corazones como una lluvia de media tarde —siempre— repentina. Como náyade que besas así cambiaste mi vida, como el agua me adapto al tiempo y tu partida, a separarte de mi lado aunque te quiera —sin medida—.
UN DÍA CUALQUIERA
«Es inútil volver sobre lo que ha sido y ya no es».
Frédéric Chopin.
Soñando
que me abandonas,
apenado
—y llorando—
comienzo
el día.
La mañana,
el silencioso desayuno
tras la —rápida— ducha;
la completa ausencia
de tu compañía.
Camino,
las actividades,
el tráfico, la rutina,
el devenir
—continuo—
de esta
sociedad
—desmedida—.
En mi mente
permaneces
como mar embravecida,
que golpea
sin considerar:
las pausas,
las penas,
las pocas alegrías.
Emerges cuando leo;
la música evoca
tus dulces besos,
me faltas y
persiste el recuerdo
en mi cuerpo —sexo y piel—
de tus suaves caricias.
Quiero resistir,
aferrarme.
Soportar esta desdicha.
Lo que ahora es
un imposible:
desear sin tener,
tener amor
sin cercanía.
Me esfuerzo
en recomponerme
y llenar el vacío,
la pérdida, la sombra,
todo lo que fue,
e invento
imágenes
para seguir adelante
—sin romperme—,
para doblegar
la agonía.
El corazón
imagina
y pinto
en un lienzo de esperanza
usando:
colores para ser iluso,
tinta de soñador,
pinceles para crear mundos,
acuarela para un alma inquieta,
aerógrafo de fantasía
esperando
que quizás
vuelvas
con tu sonrisa.
Colorearé
de recuerdos
como
un día cualquiera
el blanco y negro
de mi vida.
