ARCANA SECTARIUM



Buenas.


Hoy Jesús Durán y yo venimos a presentaros una nueva reseña a cuatro manos.


En esta ocasión se trata de Arcana Sectarium, una antología muy particular.


Arcana Sectarium reúne un total de quince cuentos cuya temática, al menos en teoría —porque en la práctica es difícil de discernir en algunas historias— es, tal y como reza la portada, los liderazgos oscuros, los cultos y las sectas. Nada menos. Cada cuento ha sido escrito por un autor diferente, todos ellos alumnos de los cursos de narrativa fantástica que imparte Ricard Ruiz Garzón en la Escola de Escriptura de l’Ateneu Barcelonès. De hecho, forman parte de un grupo de escritores, los Frikipuls, amantes de la literatura de género —fantasía, ciencia-ficción, terror—. En su página web www.Frikipuls.cat encontrarás información sobre los autores presentes en el libro y —como dicen ellos mismos— «su particular secta». 


El título de la antología alude a una secta, la de los arcanos —del Tarot—. Y es que, según nos ha confiado uno de los autores, existe una relación entre estos y cada uno de los relatos. Para nosotros ha sido un entretenido juego tratar de determinarla. Quizás decidan, en otra edición, incluir al final una leyenda que desvele cuál es la carta arcana asignada a cada relato, pues algunos plantean dudas.


La antología fue publicada por Apache Libros en noviembre de 2022. La portada es de Nuria Velasco y el prólogo de Ricard Ruiz Garzón. Tiene 138 páginas de extensión. El formato del libro es algo más ancho de lo habitual, tal vez la editorial los publica así habitualmente, quizás con la intención de reducir el número de páginas. La edición está cuidada y tiene un tamaño de letra muy cómodo de leer. 


Si bien entraremos en cada uno de los relatos y haremos al final un comentario sobre la antología en su conjunto, podemos adelantar que los textos en general tienen un estilo cuidado y están bien ejecutados. Algunos relatos nos han parecido más interesantes que otros, como era de esperar en un grupo heterogéneo de autores. Pero, eso sí, lo que nos deja la antología es una sensación de escritura hecha por y para el curso, como si los textos representasen un final, un ejercicio de autoevaluación, de enseñar lo aprendido. De mostrar el potencial y de lo que son capaces. Nada malo esto.


La única pega que le encontramos a la antología en conjunto es que algunos de los relatos saben a poco. Da la sensación de que los autores estaban acotados por el espacio, que falta desarrollo en ciertas historias. 


Dado que Jesús y yo tenemos opiniones distintas con respecto a alguno de los textos —la verdad es que pocos—, ciertos comentarios pueden parecer antagónicos: sencillamente son lo que nos transmite el texto, o lo que entendemos, ya que algunos son bastante peculiares, por decirlo de alguna manera.


Esos puntos son los que justificaremos, sin indicar el/la autor/a de la opinión. Para más información, contactad con el amo y señor del blog, Eduardo. Es más, las quejas a su atención. Por favor.


Vamos allá. Seguiremos el orden del libro.



Prólogo

Socorro, estoy dentro, por Ricard Ruiz Garzón


«Más allá de sus voces, algunas notables, otras posibles hallazgos, la clave de Arcana Sectarium se encuentra en su propia concepción».


Presentación novelada de la antología —su origen—, de cada relato y de sus autores. Muy bien estructurada, original y divertida. Pocas veces mereció tanto la pena leer el prólogo de un libro, se disfruta de verdad. Su autor ha hecho un esfuerzo por lograr una introducción diferente y memorable. Se nota la cátedra. 


El nido, de Mónica Carrión


«Para Tommy ha sido su primera vez, pero para Jamie es el niño al que le han castigado más veces. Jamie no se inventaba lo de los niños de sombra».


El primer relato de la antología. Muy bien escrito y bastante perturbador. Con unos huérfanos que padecen mental y, sobre todo , físicamente, y una Madre que reclama orden y atención. La atmósfera creada es incómoda, cruel y hasta asfixiante a veces. Recuerda a la presente en las historias de Dickens, como Oliver Twist, si bien el sufrimiento en esta obra puede parecer escaso en comparación con el texto que nos ocupa. 

El final, inesperado, nos muestra un Peter Pan muy acorde con versiones actuales y quizá con los tiempos que corren.

Un gran relato.


Avidence, de Elena Bartomeu


«La profesora nos explicó que aquella era una granja de servidores, que si hubiéramos atendido ya sabríamos que veníamos a ver la mayor instalación que existía en la búsqueda de vida en el espacio exterior».


En esta ocasión nos encontramos con una búsqueda. Entre capacidades superiores, en la concepción de bacterias, circuitos y vida. Y es que la autora intenta —como si nos trasmitiera a pedazos el conocimiento—, en esa simbiosis, explicarnos el propio sentido de la vida, aunque sea artificial.

Un relato con un desarrollo desconcertante y un final difícil de entender, que aborda un curioso futuro. Imaginativo pero demasiado complejo para su extensión. 


En la cueva, de Muntsa Mimó


«Con el rostro dirigido a Sol, no podía saber qué estaba ocurriendo, pero en el silencio que la rodeaba, creyó adivinar la respuesta. Parpadeó, anonadada por la decepción. Había fallado».


Un relato que, por vez primera en la antología, trata claramente el tema de las sectas, con una sociedad compuesta solo por mujeres, las cuales veneran una misteriosa cueva. El ritmo del relato está bien llevado pese a que la acción transcurre a lo largo de varios meses. Aborda el tema de la inseminación artificial y la selección de embriones desde una perspectiva poco común y atractiva.

Contiene una idea interesante y está bien escrito, pero el final, por completo inesperado, nos deja con algunas dudas.


Emperador, de Pak Gallego


«Ish Ahn escuchaba una suerte de música podrida de electricidad, y golpeada a un tempo infernal, cuando aparecieron los guardas con un nativo».


Un peculiar relato sobre la creación de un nuevo universo bajo la tutela de un imperio que pugna por dominar el infinito. Denso, con un número elevado de protagonistas para un texto de apenas seis páginas. 

Tiene un aire de space opera bien definido. Resulta singular la relación que formula entre las conquistas y la música. Y las conquistas de los planetas, basadas en sus propias necesidades y en lo que su dominio les puede ofrecer: un estudio de las carencias y su reparto.

El Emperador tiene una interesante manera de controlar todos los universos a su cargo.


Net-More, de Eduard Martí


«Uno de los tunicados se acerca a la primera fila. Ante él tiembla una chica joven con larga cabellera desordenada cubriendo su cara».


Uno de los mejores relatos, o quizás el mejor, de la antología. Protagonizado por un científico y su peligrosa creación. Una ingeniosa vuelta de tuerca al concepto de Skynet de toda la vida, pero actualizado y con un mensaje relativo al sistema de vida que llevamos en la actualidad.

Tiene un inicio que atrapa al lector, un nudo lleno de suspense y un desenlace de alguna manera esperado pero bien cuadrado. El ritmo es impecable y el estilo muy apropiado a la historia. Como decimos, un gran relato.

Hay, escondida en el texto, una referencia a una Virgen de Cataluña. Nos preguntamos si es un huevo de Pascua del autor.


Despierta y salta al Abismo de las almas perdidas, de Monik Blanchett


«De repente, el cuerpo se me dobla en dos. Las almas que se arremolinan en mi interior tratan de escapar con violencia desmedida y me incapacitan, revolviéndome por dentro».


Relato en el que la autora juega con el concepto de La Muerte, de su creación, de lo que pueda ser, o fue, o será. O mejor dicho, sobre las dos caras de la existencia: la muerte y su antagonista. Pero en el fondo lo que nos revela el relato es que la muerte, por imprescindible, es inevitable.

Las descripciones, bastante poéticas, resultan algo excesivas, pero los diálogos están muy bien llevados. La historia es a veces algo confusa y difícil de entender.


La divergencia, de Iván Ledesma


«—Soy el dueño de esto. —Señaló a su alrededor—. Yo encontré la divergencia en mi propiedad.

—Genial. ¿Cuántas veces la ha usado?»


Otro gran relato, ingenioso, mordaz, irónico. Bien escrito, con unos diálogos brillantes. Y un desarrollo mínimo: es uno de los relatos que más deja al lector con ganas de más.

Se trata de una historia sobre la responsabilidad de nuestros actos, la propia reflexión o dejarnos llevar, que induce a pensar. 


Fase diurna, de Jordi Escoin Homs


«Al acercarse al módulo volcado, descubren un amplio círculo dibujado en el suelo. Unos metros más allá, ven también un par de líneas paralelas que esconden entre la removida tierra que hay cerca de los matorrales».


Un aterrizaje con sorpresa, toques de humor y suspense componen este entretenido relato de ciencia-ficción.

Unos astronautas acuden a una llamada de socorro en un planeta cercano a su recorrido —el planteamiento recuerda a Alien, el octavo pasajero—, en el que tendrán que hacer frente a una serie de inesperados problemas. Tiene un cierto aire clásico, incluso el autor hace un guiño a El juego de Ender, o queremos entender que es así. Una idea original en un relato bien estructurado, pero que en ocasiones, en especial en los diálogos, resulta algo explicativo. 


Yo también vivo en la madera, de Naia Terra 


«Después de destrozarla se sentía potente, crecido. Se embriagaba de olores ásperos, de madera recién cortada y resina espesa, y prorrogaba el momento».


Relato complejo. De un lenguaje críptico y enrevesado, esquizofrénico a veces, y una narración difícil de seguir. Se intuye que trata el maltrato como tema central, pero la historia en sí no hemos sido capaces de dilucidarla.

En algunos momentos parece que son los propios gusanos a los que se alude de continuo quienes hablan y aportan información. Como si lo ocurrido estuviese recogido de alguna manera en la madera en la que moran.

La autora, eso sí, transmite una atmósfera asfixiante del estilo de la película Hereditary.


Las espinacas no son la solución, de Beatriz Aguilar Gallo


«Miró su reloj, iba un poco justa para desviarse al supermercado y comprar unas bolsitas de cheetos, pero se lo podía permitir».


Un estrambótico y peculiar relato sobre la alimentación y sus modas, y los correspondientes seguidores. Con un predecible pero simpático plot twist.

Bien narrado y con unos diálogos cargados de ironía. Cuenta con información añadida en forma de pies de página que parece adecuada en un relato humorístico pero que al final resulta algo excesiva.

De los más divertidos de la antología.


Don diablo ha regresado, de Natàlia Sánchez Plaza


«De pronto me vi en primera fila. Lucian sujetaba un abrecartas con el brazo levantado y gritaba al micro».


Un relato que mezcla música y Lucifer. 

Una historia sobre la juventud y su quizá falso, o al menos pasajero, deseo de mejorar el mundo. Sobre la necesidad de un cambio en esta sociedad capitalista y consumidora en que vivimos y que está abocada al desastre. Una buena idea con una ejecución decente y un final algo templado.

De nuevo aparece la asociación de un modelo de juventud con Peter Pan. 

Una curiosa moraleja sobre lo permitido y lo que no lo es, para una situación macabra, si cabe. Y peligrosa. 


Bräenstrom, de Eloi Miguel de la Vara


«A pesar de que cada vez conoce más detalles de sí mismo, estos son pequeños e inconexos parches de tela usados para remendar un desgarrón demasiado amplio».


Un galimatías de creación, muerte y olvido. 

Un relato original en el que su sentido, en principio intangible o críptico, se hace evidente al lector según este progresa en la historia. Inteligente y divertido. Bien estructurado y escrito. Uno de los mejores relatos de la antología.

Poco a poco los personajes desgranan con sus reflexiones su propia existencia y hacia dónde caminan.


Ursa Major, de Quim Gómez


«Pero pesa a todo, no podía deshacerse de la sensación de secta que aquello le transmitía y no quería llegar al punto de comprometerse con algo que le acabara constando los ahorros y le consumiera el salario».


Un interesante relato ciber sobre relaciones y el uso de la tecnología para llegar a lo que queremos o a quienes queremos. Con una secta como contextura transversal. Muy del estilo de la serie Black Mirror.

Contiene una idea muy buena, pero da la impresión de que hubiera requerido de más espacio para un desarrollo adecuado, ya que la trama parece algo forzada en algunas partes de la historia.


Ocaso, de Francesc Cortès Cid


«Al final, se acabaron rindiendo. Mucho antes de lo que ella nunca se hubiera imaginado, le cedieron las riendas del futuro».


Un curioso relato sobre finales. Y decimos finales porque no conocemos en realidad si es físico o mental: quizá una reflexión de lo que llegará.

Presenta un futuro de la humanidad cada vez más real y cercano. También una posible vía de escape. Que quizá, como sugiere el texto, no sea tal. La moraleja del relato es que si no cambiamos nosotros, los humanos, no importará a dónde pretendamos huir de nuestras acciones, sus consecuencias nos perseguirán allá donde vayamos. 

Un relato que llama la atención, de los mejores en la antología.


La Cucafera, de Laura Tomàs Mora


«Me despierto sobresaltada en medio de la noche. Puedo oír, afuera, a los gusanos roer. Voy al jardín y paso por delante de la habitación de Mamá, que duerme con la puerta abierta».


El planteamiento inicial de este relato nos recuerda la pandemia, con los miedos, la soledad y la angustia. La historia es algo kafkiana, con metamorfosis incluida. Aquí, los insectos son la procesionaria del pino. La autora llega a provocar malestar. 



El libro cierra con agradecimientos y una breve pero necesaria relación de biografías «escritoriles» de los autores participantes en la antología. Muy interesante para seguirles la pista.


Nada tan difícil como una revisión de tal variedad de géneros y textos


Somos un poco tiquismiquis con las ediciones. Los libros tienen un coste y consideramos que deben entregarse al lector en las mejores condiciones. Esto implica corrección, maquetación y revisión.

En este sentido decir que hemos detectado algún que otro error, pocos y menores, nada importante y que seguro se solventarán en futuras ediciones.


La lectura de Arcana Sectarium nos pone en una situación comprometida. 

En primer lugar porque nos encontramos con nada menos que quince relatos cuya temática difiere en casi todos ellos. En segundo lugar, por la extensión, en apariencia limitada, de algunos textos. Y en tercero, por el hecho de que sean quince los autores.


En general podemos decir que hay calidad aunque el interés decae a veces por la complejidad de algunos relatos. Nos gustaría saber si en el proceso de escritura de los autores existían algunas premisas que se nos escapan. Sí sabemos —como ya hemos comentado al inicio— que cada relato debía hacer referencia a una carta del Tarot, lo cual es ya un requisito que condiciona el desarrollo de los textos de una manera compleja. En algunos la relación —después de comprobar a qué hace referencia cada arcano mayor— es algo más sencilla que en otros —difícil de determinar en estos casos—. Así tenemos: En la cueva —El Sol—; Fase diurna —El Carro—; Yo también vivo en la madera —El Loco—; Don Diablo ha regresado —El Diablo—; La Cucafera —El Juicio—; por poner unos ejemplos. 


Fuera de esta curiosidad —que estén los arcanos en los textos—, Arcana Sectarium no deja de ser una peculiar mezcla de géneros, temas y situaciones que nos dejan con un regusto amargo. Por un lado, historias muy interesantes que saben a poco: permitían un desarrollo más pausado y de más disfrute. Otras se nos han hecho bola quizás también por esa falta de espacio y desarrollo que necesita el lector para situarse bien en la historia. 


No estamos hablando de finales abruptos, o con dobles sentidos, o abiertos. Nos referimos al propio desarrollo de la historia, al nudo, que es en algunos casos muy difícil de entender. Como comentamos, el tema sectas queda lejos en casi todos los textos, y lo arcano, fuera del concepto del Tarot, implica demasiados vacíos, excesivos misterios en algunas ocasiones. Un relato corto no debería ser leído de nuevo para intentar entenderlo, ser releído para avanzar en la historia.


La calidad de los relatos —tal y como adelantamos al inicio de la reseña— está fuera de toda duda: contienen buenos diálogos, están bien estructurados y, en definitiva, bien escritos. Todos ellos aportan un grado de interés. Lástima que algunos, por su desarrollo y al perderse el lector, se disfruten menos.


Esta opinión global se relaciona con la naturaleza de la propia antología: estamos acostumbrados a recopilaciones de textos que tratan sobre un tema en común, o un tipo de personaje, género o cualquier información que nos permita crearnos nuestro propio paradigma en el momento de la lectura. Nada de esto encontramos en Arcana Sectarium. Es un caos, controlado o descontrolado. Pasa de lo sangriento al humor negro, del espacio insondable al interior de una cueva, de un simple gusano a un emperador del universo. 


En definitiva, Arcana Sectarium es una interesante carta de presentación de autores, un libro curioso y enigmático, para leer despacio y con calma. Con relatos muy diferentes, sujetos a distintas interpretaciones. Un libro que no deja indiferente.





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