Por una intención. Intentas abrir los ojos. No puedes hacerlo. Entonces recuerdas que estás tirado en un charco de sangre, la tuya, en un callejón oscuro, y no puedes afirmar con toda seguridad que sigas vivo. Piensas “en el fondo me lo merezco”. Puede que tengas razón, porque atacaste a una mujer joven, […]