Papá Goriot,
Honoré de Balzac
Ante todo, esta reseña, la primera de todas ellas que termino y publico, está marcada por la necesidad de enseñar al lector que, como ser humano, la historia de su presente y muy probablemente la de su futuro ya ha sido descrita, vivida y fallada en incontables ocasiones. Hay demasiados textos de los que extraer esta certeza —la cultura es, en exclusiva, la única fuente fiable para extraerla—, pero hay pocos de estos textos que yo haya leído y que la expongan con la crudeza que le otorga el contexto histórico, social y personal en el que se maquina y redacta esta narración. Tomen, eso sí, todo lo que de aquí se deduzca como lo que es: un conjunto de sensaciones razonadas de lo que Balzac escribió en Papá Goriot y de las intenciones que de ello puedan resultar. Por supuesto, el estudio no es intensivo ni pretende serlo, más bien consta de un par de pinceladas causadas por la impresión de haber releído en varias ocasiones una novela/ensayo que me marcó de forma significativa. Advertir al lector, aunque me haya tomado el trabajo de describir sólo lo necesario, de que se descubren detalles que pudieran considerarse destripes; al fin y al cabo esto es una reseña.
Papá Goriot es un fragmento narrativo en forma de novela, que se incluye en la obra inmensa e inacabada a la que Balzac dio el título de Comedia Humana (La Comédie Humaine). Uno solamente puede acercarse al sentido profundo de este título una vez finalizada la lectura de alguna de estas novelas, tal es el grado de contrastes que uno puede encontrar entre sus páginas. Y es así cómo desde la propia portada se inicia un viaje desde dentro hacia afuera, una historia realista y a su vez construida bajo el yugo del juicio implacable del autor y marcada por su sentido particular de la ironía. La comedia humana, en definitiva, no es más que la reunión de todos aquellos caracteres que amalgamaban, a juicio de Balzac, la sociedad parisina de primera mitad del convulso siglo XIX. Una sociedad verdaderamente dividida y de marcados estratos sociales, cuya moralidad se veía marcada por la tradición aristócrata y feudalista que arrastraba Europa desde su Edad Media, y que se vio herida de muerte, y por tanto juzgada, a partir de la revolución francesa. Es Papá Goriot, por tanto, un reflejo del propio autor y de su contexto particular narrado desde la distancia prudencial que otorga el ojo crítico, la cual no le impide opinar de forma directa en múltiples ocasiones a lo largo de toda la narración. Opiniones, por cierto, de un valor moral y literario tremendos.
Aunque la historia transcurre a principios de la restauración borbónica, alrededor de 1819, ya en 1834 (año en la que escribe Papá Goriot) Honoré de Balzac, que superaba la treintena, había tomado pleno contacto con la realidad francesa: un joven nacido en el seno de una fría familia burguesa en los preludios de Napoleón, y que al poco de llegar por primera vez a París, y aún habiendo concluido sus estudios en la Sorbona, decide no ejercer la carrera y dedicarse plenamente a la literatura. A partir de este momento, Balzac se convierte en un arquetipo de autor casi cliché de la época: un dandi, hombre de mundo y acosado por las deudas. Es justo en esta etapa en la que comienza a coquetear con el éxito literario y en la que además nace su fama de adicto a la cafeína, la cual consume de manera compulsiva para mantener un ritmo de trabajo de casi dieciséis horas diarias.
Es por todo esto que aún formando un retrato fundamental de la época y del ser humano, como también pretendió, por ejemplo,Camilo José Cela en La Colmena, yo como lector no puedo evitar tener la sensación de haber leído una visión crítica pero a su vez muy personal. Al fin y al cabo, los detalles narrados, las escenas y situaciones son escogidas y manipuladas por el autor con toda la intención posible, y desgarra como nadie hizo, hasta la posterior llegada de Emile Zola, una realidad que hasta el momento se publicaba bajo la pátina empalagosa y barroca del romanticismo.
En palabras del propio Balzac:
“Sea cual fuere el descrédito en que haya caído la palabra «drama», por la manera abusiva con que ha sido prodigada en estos tiempos de doliente literatura, es necesario emplearla aquí, no porque esta historia sea dramática en el sentido verdadero de la palabra, sino porque, una vez terminada la obra, acaso se hayan derramado algunas lágrimas.”
Papá Goriot comienza con ciertas dificultades; la historia es detenida, y Balzac aprovecha para pincelarnos el núcleo duro de su historia en un retrato estático, carente de acción, en el cual nos representa los puntos imprescindibles alrededor de los cuales nace y se reproduce la narración. Es posible que esta acumulación de descripciones inicial asuste al lector, sobretodo si éste no está familiarizado con el estilo de otros clásicos de la época, pero les aseguro que es maravilloso descubrir cómo en cuestión de pocas páginas la Comedia Humana te ha devorado sin poder saber cómo ni cuándo.
A través de un estilo claro y sin barroquismos, la acción comienza a seducirte lentamente, presentándote en acción a cada uno de los personajes, de manera que en un inicio representan un objeto más en la gran composición de Balzac y se van estirando hasta convertirse todos y cada uno, a su manera, en protagonistas de la historia. Tanto es así que ésta —ya que no he encontrado mejor forma de división—, no se estructura mediante capítulos, sino que se deshilacha en fragmentos consecutivos cuya diferencia radica en sus protagonistas. No obstante, y aunque hay una gran cantidad de ellos que se concatenan para formar esta obra, y que son verdaderamente relevantes, voy a centrarme en solamente dos de sus personajes principales, alrededor de los cuales, de forma elíptica, gira el absoluto de la historia.
El primero de ellos, el señor Goriot, es el verdadero protagonista de la historia (que no de la acción), que fue un antiguo vendedor de pastas para sopa, un anciano burgués venido a menos por una aparente decadencia libertina, que se aloja en una de las habitaciones más míseras de la casa Vauquer —inmunda casa de huéspedes ocupada por los personajes principales, que sirve a Balzac como símbolo social, y a partir de la cual germinan y confluyen todos los conflictos—, y por cuya posición social y carácter pasivo y bobalicón se convierte en el centro de las bromas de los demás personajes.
“Tal vez esté en la naturaleza humana el hacer soportarlo todo a quien todo lo sufre, ya sea por verdadera humildad, ya por debilidad o por indiferencia.”
Aunque no solo de las bromas. También se centran en él, de forma más metafísica que literal, todo aquello que sucede en la historia y que da la sensación de siempre guardar una relación imprescindible con este personaje. Y esto es lo verdaderamente fundamental de la obra, unos conflictos derivados de unos personajes contradictorios, cuyos claroscuros deben su origen a la propia naturaleza humana —a la que Balzac trata con una terrible objetividad—, y que se subliman al final de la novela hasta la justificación más pura que se le puede otorgar a un ser humano. Porque papá Goriot, a pesar de ser de la misma manera que el resto de personajes instrumento para el egoísmo y, sobretodo, para el autoengaño, es en éste en el que pudieran recibir un perdón verdaderamente sincero. Al fin y al cabo, en él, todos esos atributos en apariencia negativos pero que inevitablemente nos acompañan a todos, toman como máxima forma el amor desmesurado hacia sus dos únicas hijas. Es, en definitiva, un personaje complejo que sirve a Balzac de espejo en el que mirarse a uno mismo y al resto de una sociedad que, en aparente progreso, en lo esencial ha cambiado muy poquito:
“¿Quiere usted que le diga una cosa extraña? Pues bien, cuando he sido padre, he comprendido a Dios. Está todo su ser en todas partes, ya que de Él ha salido la creación. Así, señor de Rastignac, me sucede a mi con mis hijas. Sólo que yo amo más a mis hijas que no Dios al mundo, porque el mundo no es tan hermoso como Dios, y mis hijas son más hermosas que yo.”
Sin embargo, aunque papá Goriot da nombre y gravedad física a todo el meollo, confieso que la mayor parte del respeto que le tengo a esta novela —y motivación principal para escribir esta reseña— se debe irresistiblemente a otro de sus personajes: el señor Vautrin. Bendito Vautrin; espejo oscuro, retorcido, cínico, leal, idealistay absolutamente lúcido. Muy complejo. Es un personaje tremendo que te introduce la mano en forma de garra por el pecho, y aprieta y afloja las arterias a placer. Un viejo nostálgico de la Revolución, envuelto en un más que evidente secretismo, y del que los demás no conocen nada. Tan solo se divierten con él, pues se viste de una pátina de humor canino, y le ríen sus gracias.
“Parecíale, por momentos, que aquel extraño personaje adivinaba sus pasiones y que leía en su corazón, mientras que él lo guardaba todo tan herméticamente cerrado, que parecía poseer la profundidad inmóvil de una esfinge que lo sabe todo, lo ve todo, pero que nada comunica.”
Un personaje, Vautrin, que con cada una de sus palabras te entrega la verdad para después arrebatártela con beneficios. No es de extrañar, después de todo, que sea aquel que Balzac utilice de herramienta para cuestionar la moralidad de todas las decisiones de los personajes, principalmente del protagonista de la acción (del cual no hemos hablado, ni vamos a hacerlo).
“He sido un hombre desgraciado… Mi vida de antes puede resumirse en dos palabras. ¿Quién soy? Vautrin. ¿Qué hago? Lo que me place.”
Tras los muchos más matices de los que puede ofrecernos una simple cita, puede uno concluir que Vautrin es, en definitiva, un rebelde de los de verdad, y que, por supuesto, tampoco se libra de ser incitado a ser, ni de ser juzgado por ello con la misma intensidad que al resto de los personajes, y que entre todos ellos crean una obra repleta de preciosos detalles de la sociedad y su moral no solo en el siglo XIX, sino de su completo recorrido en la historia. Papá Goriot es, en fin, un estudio profundo del carácter humano:
“Lo mismo haréis vosotros, los que sostenéis este libro en vuestras blancas manos, vosotros que os arrellanáis en un mullido sofá, diciéndoos: Acaso me divierta esto. Después de haber leído las secretas desventuras de papá Goriot, comeréis con apetito cargando la culpa de vuestra insensibilidad al autor, notándole de exagerado acusándolo de sentimental. Pero, sabedlo, este drama no es una ficción ni una novela. All is true, es tan verdadero, que cada cual puede reconocer sus elementos en sí mismo, acaso en su propio corazón.”
Hola, después de leer tu reseña me han entrado muchas ganas de leerlo, lo he buscado en pdf para poderlo pasar a audio o bien leerlo, igual es muy descabellado pero de vez en cuando podríais incluirlo también vosotros. Gracias por este buen rato. Nuria.
Hola Nuria, gracias por el consejo porque la verdad es que ni se me había pasado por la cabeza, y es una idea genial. El problema es que no sé hasta qué punto es legal poner enlaces a los pdfs de las obras, porque tampoco sé si están regulados de alguna manera. Al ser literatura clásica quizás se pueda hacer una excepción, ya sabes. Así que le echaremos un ojo y a ver qué podemos hacer para las próximas reseñas. La solución más rápida que se me ocurre es recomendar páginas como Amazon (libros digitales) ó iberlibro (libros de segunda mano) donde poder conseguir las obras a buen precio, aunque supongo que ya os las conocéis de sobra.
Y, de nuevo, muchísimas gracias a ti, Nuria. Me alegra mucho que te haya picado la curiosidad, y haberte sido útil. ¡Un saludo!