Los límites del sentido del humor dan para hablar y escribir mucho. Ya he tocado este tema aquí, hablando del gran Ricky Gervais, y también aquí, con una reflexión fantástica de John Tones y Guitián en viñetas.
Estos días, a raíz del atentado en las oficinas de Charlie Hebdo en Francia, todo el mundo se ha forjado una opinión y tiene algo que decir sobre el tema.
Yo no voy a hacerlo. No entraré en la discusión sobre el buen o mal gusto de los chistes que publicaba la revista, ni si existe algún tipo de provocación que hubiera podido o debido evitarse.
De todas las opiniones que he leído, me quedo con la de Joe Sacco, un fantástico periodista que recurre al cómic (que no al humor) para contar sus historias, que suelen ser las historias de los demás.
Gracias a Los Eternautas por la traducción. En su página podéis encontrar el original en inglés. Léela con calma y piensa sobre lo que dice y lo que quiere decir, porque es una idea interesante.
En cualquier caso, mantengo lo que siempre he pensado y comento en las anteriores entradas: El humor no debería ofender a nadie. Cuando lo hace, es que algo no funciona.