Por qué no deberían importarte los spoiler


  1. Que te ha gustado tanto como para dedicarle tu tiempo por encima de otras obras que no conoces, algunas de ellas con recomendaciones más o menos fiables de un amigo, un algoritmo o incluso, aunque esto es difícil, una reseña.
  2. Que no te importa conocer el final y los giros argumentales.

Hay gente realmente preocupada por este tema, que evita los avances de las películas que tiene pensado ver, que no lee la contraportada de los libros y que necesita un diván y un bono descuento en terapeutas cuando alguien le cuenta el final de una serie que está viendo. Aunque sea una comedia. En serio, lo he leído. Lo del diván no, me refiero a todo lo demás. Pero no me extrañaría.

El miedo al spoiler, una fobia que me acabo de inventar, siempre ha estado más presente en el cine que en la literatura. Quizá es una percepción equivocada y lo que ocurre es que hay más gente aficionada a las películas que a los libros, y de ahí el ruido. Pero nunca he visto preocupación real por conocer el final de un libro, o a alguien enfadado de verdad porque le hayan contado algún detalle jugoso de la trama…

Hasta Juego de Tronos. Ahí cambió todo; esa novela tiene tantas características únicas que merece un apartado independiente dentro de la biblioteca de las obras inacabadas. Y no, no estoy confundiendo la obra original con la serie, ni por el título ni por el final.


Una de las mejores cosas que se pueden hacer con un libro es releerlo. Cuando revisitas una obra de cualquier tipo, libro, cómic, película o serie, estás diciendo muchas cosas de ella, y destacan dos:

—Hola, soy Libertad y creo que en los libros, eso de los spoiler depende de cada persona. Mi madre a veces se lee el final del libro para relajarse. Si sabe lo que va a pasar, disfruta más de la lectura. Y también creo que el spoiler es menos problemático en los libros. En las películas fastidia un poco, es verdad.

—Jo. Acabo de recordar que yo antes hacía eso de leer antes el final con algunos libros. Por ejemplo, con La Maldición del Dragón, de Dennis L. McKiernan. Recuerdo que tenía tan mal cuerpo en un punto determinado que salté al final para ver cómo acababa.


—Hola, soy Jesús Durán y estoy de acuerdo con la gente que evita ver los tráiler. Con alguno ya te ahorras ver la película porque te lo cuentan todo.

—Sí, también es verdad. ¿Me dejáis seguir con el artículo, por favor?


—Yo soy Borja y a mí los spoiler me fastidian más o menos igual en libros que en cine y tv. Y casi no echo espumarajos por la boca cuando me sueltan uno.

—Claro, claro, ya, entiendo, sí, sí… Ese tic de la mejilla es de cuando la boda roja, ¿no?


Por alguna razón, esa conversación me ha recordado uno de mis cómics favoritos. ¿Alguien me cuenta el final del maldito duelo rolero del tomo 19, edición española?

(Por cierto, en fundeu dicen que «no hay una palabra equivalente directa en español para spoiler», y «destripar» me parece una expresión sanguinolenta y pringosa, así que procuraré no usarla).

Antes te contaban el final desde antes del principio, y no pasaba nada.

Entonces, ¿a qué se debe este incremento del miedo al spoiler? Mi teoría es que los consumidores hemos cambiado. Como exigimos las cosas más rápido y no tenemos tiempo que perder ni para ver una película larga, las historias lentas, que requieren su tiempo para presentarse, nos aburren. Como nuestra capacidad de atención se reduce y a la mínima caemos en la mala costumbre de la doble pantalla, las historias se adaptan a nuestros gustos y se esfuerzan por mantener nuestra atención a cualquier precio.

¿Y cual es el recurso más fácil para eso? La sorpresa. El giro argumental. El no lo había visto venir. Es más fácil mantener la atención del consumidor de historias mediante la intriga que construyendo historias y personajes sólidos. Las respuestas, en este tipo de historias, tienen más peso que las preguntas, y saber quién es el asesino es más importante que generar empatía por la víctima.

Pero si engancha y gusta, ¿cuál es el problema?

Fácil: que resulta inevitable caer en el aburrimiento por saturación de sorpresas. Igual que sucede con el abuso del CGI, las tramas sorprendentes terminan convirtiéndose en una parodia de sí mismas, que se estiran para adaptarse a la duración de una temporada o que recurren a recursos fáciles para mantener la intriga. Es un poco como alimentarse a base de dulces: están buenos, pero si comes muchos te acaban sabiendo todos igual y te empachan.

El chocolate no entra en esa categoría. Obviamente.

Además del riesgo de la saturación esto se cobra su precio en las relecturas: cuando el interés de la trama recae en conocer o no su resolución (y el spoiler se vuelve insoportable), la relectura pierde interés. Con el tiempo, la historia se diluye en un mar de sorpresas que acaban siendo irrelevantes por, como decíamos antes, pura y simple saturacion. No pretendo demonizar las obras de intriga y sorpresa, y por supuesto que a mí también me molestan los spoiler…, pero debemos colocar su importancia en el lugar adecuado, y valorar su peso en la obra como se merece.

Porque el disfrute de una obra no puede depender del final. El arte debe generar emociones, y la sorpresa no es una emoción: es una reacción.

Bueno, vale, la sorpresa es una emoción primaria, pero ya sabes lo que quiero decir. Valorar la calidad de una obra por el interés de no conocer el final es como valorar la calidad de una película de terror en función de los sustos. Están bien y cumplen su función, pero no te provocan pesadillas por las noches. Cuando ya los conoces, dejan de ser útiles. Y si la obra depende de ellos, dejará de darnos miedo y fracasará estrepitosamente en nuestra memoria.

Es un ejemplo un poco retorcido, pero los humanos somos así de raros y sabrás perdonarme.

Spoiler que da miedo y hace sangrar los ojos.

Mi conclusión es que si la obra te gusta, no le des importancia a los spoiler. Porque si conocer el final o la resolución de una trama impide el disfrute de la misma, entonces, aunque tengo mis reservas, puede que sea una buena historia, pero no será una buena obra. Si te está gustando, y tienes un cierto número de lecturas o visionados a la espalda, posiblemente será por otras razones: por los personajes, la ambientación, el tono, el ritmo o lo que sea, pero no será por no conocer el final. No te estará gustando solo por la intriga. Preocuparse excesivamente por los spoiler (ojo, que he dicho «excesivamente») equivale a decir que lo más importante de esa obra es la trama, lo que significa que releerla, o volver a verla, se convertirá en algo aburrido.

Eso es lo peor que puede ocurrir. Así que hazles un favor a tus obras favoritas y, si alguien te dice «¡no me hagas spoiler!» cuando hablas de ellas, responde con la cabeza bien alta que eso no es importante. Que lo importante es todo lo demás.


Ricardo Siri Liniers, siempre maravilloso https://www.facebook.com/porliniers

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