UN PUNTO DE APOYO (#HistoriasdelaHistoria)

Diciembre, seis de la tarde. Salgo del trabajo y cojo un autobús de línea que me acercará a casa. Como va medio vacío, puedo sentarme. Parada tras parada, sin embargo, se va llenando, y para el tercer alto no hay ya ni un asiento libre en el vehículo. Sube más gente, que se queda de pie, esperando. Entonces el conductor se levanta y nos dice a tres de mis hermanos y a mí que tenemos que ceder nuestro asiento. Mis hermanos acatan sin rechistar. A mí, sin embargo, en ese momento me viene a la memoria Emmett Till, el pobre muchacho de catorce años asesinado unos meses atrás en un linchamiento tras ser acusado en falso de flirtear con una dependienta. Decido que estoy cansada, que no puedo más, y no cedo mi asiento. No voy a volver a ceder jamás. No cedo y el mundo entero se mueve. Soy Rosa Parks.

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