STONER



Reseña escrita a cuatro manos entre Jesús Durán y Libertad García-Villada.


Recientemente hemos leído la novela Stoner, de John Williams —no, no es el compositor, es el escritor—, y venimos aquí a hablar de ella. A reseñarla. A recomendarla, realmente. Porque pensamos que merece mucho la pena. 


Sin embargo, adelantamos que es una novela difícil de recomendar. Incluso difícil de resumir. Porque se trata de una historia sencilla. Increíblemente sencilla: recoge la vida de un hombre, Stoner, casi desde su inicio hasta su final. Y Stoner es un hombre corriente, un modesto profesor de lengua y literatura en la Universidad de Misuri. 


Pese a que le toca vivir tiempos convulsos —la Primera Guerra Mundial, la terrible crisis económica de finales de los años veinte, y la Segunda Guerra Mundial—, pasa por estos problemas o circunstancias sin sufrirlos de forma directa, o de manera muy somera, sin que le afecten. Porque esa es una de las características de Stoner como profesor de Universidad: es una persona que vive enclaustrada en el mismo mundo en el que se internó como estudiante al cumplir los dieciocho años y del que no ha salido en su vida. Vive en una pecera, por así decirlo, en una burbuja que lo aísla del resto del mundo y de la vida real. Por elección, porque así lo quiso.


La edición que tenemos corresponde al 50 aniversario. Es de la editorial Baile del Sol Ediciones en su quinta edición (mayo 2022). La traducción es de Antonio Díez Fernández. El diseño de la cubierta es de Ramón Buzón. El libro tiene 240 páginas.


¿Que contiene pues, la novela, para que cuando uno empieza a leerla no pueda dejarla?


Primero, que está muy bien escrita, con una prosa austera y muy precisa, y un tratamiento aséptico de los personajes: la historia está contada casi en su totalidad en torno a Stoner y de este apenas se nos permite saber lo que piensa o siente. Eso sí, todo lo que cuenta lo hace de forma honesta y descarnada. Es como si estuviéramos viendo un álbum de fotos y una voz en off nos relatase cada instante, como si fuese una película.


Y segundo, que contiene las miserias de la vida cotidiana, la vida de cualquiera, y es inevitable verse reflejado en algún momento de la historia. Así, la existencia de Stoner está marcada por una relación difícil con su esposa, por su amor hacia su hija, y por las luchas internas de la institución para la que trabaja. Porque esta es la vida de Stoner y la nuestra, lo que consume nuestro tiempo, en lo que vertimos toda nuestra energía: la familia y el trabajo. Y Stoner, como tantas personas en el devenir de la vida, bien —o mal— por su carácter, o por su educación, es incapaz de desenvolverse de manera adecuada/apropiada en ninguno de estos dos ámbitos. Le falta pasión en el primero y astucia en el segundo. Y somos testigos de cómo, poco a poco, las ilusiones del joven para con su vida amorosa y su trabajo se van tornando en nada. 


Y llegado el final, su existencia parece —es como lo sentimos— fútil y absurda. Y queda en manos del lector decidir si mereció o no la pena. Esta, precisamente, es la sensación que tenemos al terminar la novela. Y te deja pensando, durante muchos días. Y te deja huella. Poso. Herida. Y no lo entiendes —y te rebelas contra esa sensación—, porque la historia no contiene nada especial. La apariencia es que no ocurre nada, y, sin embargo, vives su vida entera. Y la tuya, de alguna manera. Y esto es lo que la convierte en un clásico. Y en una obra maestra.


«Había llegado a ese punto en el que le asaltaba, con intensidad creciente, una cuestión de una simplicidad tan aplastante que carecía de recursos para afrontarla. Se empezó a preguntar si la vida merecía la pena, si alguna vez la había merecido».


Hay un proyecto por ahí pendiente para llevar esta novela, cuya publicación cumplirá 60 años en el 2025, al cine. Y, bueno, dependiendo de en qué manos caiga, podría resultar desde un autentico bodrio a una película magnifica. Desafortunadamente, se baraja a Ben Affleck como posible protagonista, en el papel de Stoner. Y aunque no tenemos nada contra él, de hecho, creemos que no es mal director ni actor, no nos parece el apropiado para representarlo. Si pudiéramos elegir, quizá Benedict Cumberbatch sería la mejor opción. 


Ahí queda eso.


Para terminar, ¿recomendaríamos el libro? Por supuesto. Pero te inundará la tristeza y te conmoverá. Una narrativa sencilla que puede romperte. Te llegará al corazón.


«“¿Pero no lo sabe, señor Stoner?”, preguntó Sloane. “¿Aún no se comprende a sí mismo? Usted va a ser profesor”».




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