LA NOVELA DE AVENTURAS NUNCA MUERE (+ reseña de La profecía de Thebos)

Según Yersey Owen, la novela de aventuras es:

un género narrativo literario que narra los viajes, el misterio y el riesgo, donde un personaje principal se enfrenta a un desafío a lo largo del viaje.

La historia de este género es curiosa. Hay quien considera que La Odisea y La Iliada son las primeras historias de aventuras nunca escritas, pero eso no tiene mérito. Ser el primero en algo por aquel entonces (hace dos mil ochocientos veinticinco años, más o menos) no era para tanto.

La obra que se considera como la primera novela (porque las aventuras de Odiseo, siendo puristas, son un poema) también es una novela de aventuras: La historia de Genji, escrita hace más de un milenio por una mujer llamada Murasaki Shikibu.

Estos dos datos son interesantes porque, por alguna razón, me da la sensación de que las novelas de aventuras están alejadas de los premios más o menos prestigiosos. Lo más parecido a un premio nobel de literatura que haya escrito novela de aventuras en los últimos cincuenta años es William Golding, que se llevó el galardón en 1983. Y eso que considerar El señor de las moscas como novela de aventuras es un poco peliagudo.

Y para hablar de las novelas de aventuras, nos va a acompañar La Profecía de Thebos, de Jorge Pérez García.

«A raíz de la muerte de su abuelo, Sergio descubre la existencia de una realidad más allá de lo conocido: el mundo sobrenatural. Desde ese momento, no cejará en su empeño de demostrar que aquello que vio era real.

Tras años de investigación, acaba siendo reclutado por el Grupo, una organización secreta dedicada a que lo paranormal no interfiera en la vida cotidiana de la gente. Durante una de sus primeras misiones, Sergio y su compañera Juliette se ven involucrados en una aventura que, a pesar de venirles demasiado grande, no pueden eludir: una profecía vaticina el alzamiento de un nuevo Señor del Mal y la aparición de un legendario escudo, el arma más poderosa que jamás haya portado nadie.

Combinando elementos de aventura y terror, La Profecía de Thebos nos muestra una versión del mundo actual en la que magia y terribles criaturas coexisten con la realidad conocida».

Puedes adquirirla aquí, y ya de paso puedes echar un ojo al blog del autor, De terror y fantasía, que tiene un contenido maravilloso. Jorge Pérez ha publicado otra novela de terror, Una vez al año, y varios relatos en diferentes antologías. Si te gustan las obras de terror y fantasía, te va a caer bien.

¿Sigue siendo la novela de aventuras un género considerado como juvenil? ¿Menor, de algún modo, como sucede con la fantasía, el terror y la ciencia ficción? Pues no sé, pero la gente que vive de esto parece tenerla en buena consideración… a pesar de esa falta de premios.

Arturo Pérez-Reverte, dentro de los libros de aventuras, recomienda El conde de Montecristo, La isla del tesoro, 20.000 leguas de viaje submarino, Los miserables, El enamorado de la Osa Mayor…  Pero como le preguntan varias veces por lo mismo, también se sale de los habituales:

recomiendo al clásico Eric Ambler. Gran maestro. Cualquiera es buena. ‘El levantino’, por ejemplo. O ‘Motivo de alarma’. O ‘Epitafio para un espía’. O etcétera. ‘El prisionero de Zenda’, ‘Las cuatro plumas’, ‘El cazador de barcos’, ‘Scaramouche’, ‘Beau Geste’, ‘La isla del tesoro’. Por ejemplo.

¿Y qué sucede con La Profecía de Thebos? ¿Es un libro de aventuras similar a todos esos?

Pues sí…, y no. Se trata de fantasía urbana, lo que significa que la acción es sorprendente, pero el escenario es conocido, y aunque la línea es difícil de definir, yo diría que tiende más a la acción que a la aventura.

Y es que la aventura, en muchas ocasiones, nos pide un escenario exótico y un personaje vulnerable, con el que sintamos el peligro y la emoción de… de…

¿De qué? ¿Qué es lo que subyace detrás de cualquier libro de aventuras? ¿Qué es lo que les sucede a los protagonistas?

La aventura nos asusta, nos emociona y nos lleva al cambio. A la evolución, como nos demuestra tan bien Frank Baum en El maravilloso mago de Hoz, donde el cambio resulta tan necesario como previsible… e inevitable. Los cambios asustan, sí, pero gracias a ellos podemos crecer y madurar. No hace falta irse al viaje del héroe para darse cuenta de que, en las novelas de aventuras, los personajes evolucionan gracias a las visicitud

Viscisitur

Vismisitudes

gracias a las cosas que les suceden.

En La profecía de Thebos, los protagonistas crecen y evolucionan, pero dentro de sus propios límites. Y, aunque tampoco haya mucha evolución en ellos, me han gustado más los personajes secundarios. En ellos me he visto reconocido, en sus miedos, en sus actos de valor, de miedo, de brutalidad y determinación (porque algunos de los mejores no están del bando de los ángeles).

Y esa es una de las características de las grandes novelas de aventuras, ojo: que los secundarios nos cautivan el corazón. Por eso (y perdóname por llamar «secundarios» a los siguientes personajes), estamos enamorados de Samsagaz Gamgy, de Jaskier, de Aouda… Y en más de una ocasión, son los personajes a quienes deberíamos detestar, los villanos, quienes nos dejan huella. ¿A quién recordamos mejor de La isla del tesoro?  ¿A Jim Hawkins o a John Silver?

¿Recuerdas eso que he dicho del «viaje del héroe»?

El «periplo del héroe», o el «monomito», es un concepto de Joseph Campbell, bastante conocido, que estructura los arquetipos que suelen darse en muchas novelas de aventuras. El autor utiliza la división clásica de partida-viaje-retorno, mediante el cual nos identificamos con el protagonista, o con uno de ellos al menos, que sufrirá cambios físicos o mentales a lo largo del mismo.

Aquí lo explican bastante bien. Y como una imagen vale más que mil palabras…

Aquí tenemos un desarrollo de este concepto muy bueno utilizando La Odisea:

Mundo ordinario: Ulises está en casa con su esposa y su hijo.

Llamada a la aventura: Ulises está llamado a luchar.

Rechazo de la llamada: no quiere dejar a su familia.

Encuentro con el mentor: la diosa Atenea guía a Ulises.

Cruzando el primer umbral: los dioses están enojados y el barco de Ulises se desvía de rumbo.

Pruebas, aliados y enemigos: Ulises y sus hombres deben pasar por varias pruebas, incluida la lucha contra un monstruo marino y un cíclope.

Aproximación: la tripulación de Ulises abre la bolsa de vientos cuando están cerca de casa.

Acercamiento a la cueva más profunda: Ulises debe ir al inframundo.

Recompensa: Ulises recibe un pasaje a casa.

El camino de regreso: Ulises regresa a casa y descubre que su esposa está siendo cortejada por muchos pretendientes.

Resurrección del héroe: Ulises es paciente y se viste de mendigo para probar la fidelidad de su esposa.

Regresa con el elixir: se entera de que ella ha sido fiel y su unión se restablece.

Una aclaración.

No dejamos de hablar de «héroes», en masculino, porque al fin y al cabo han copado el protagonismo de la mayoría de novelas durante mucho tiempo. Es una tendencia que está cambiando, y gracias a eso ya podemos hablar con propiedad del «camino de la heroína», que dicho así parece el nombre de una canción de Los Chichos, pero que en realidad es la reivindicación de las diferencias que existen en este tipo de obras según el sexo de sus protagonistas. Maureen Murdock se explica estupendamente en ese sentido, como puedes leer aquí.

Murdock desarrolló el concepto del «viaje de la heroína» porque sentía que el modelo de Campbell no capturaba adecuadamente la experiencia femenina. En su práctica como terapeuta y en sus estudios, observó que las mujeres enfrentan desafíos y procesos de crecimiento que no se ajustaban al arquetipo heroico tradicional.

Su objetivo era crear un marco que reflejara mejor la búsqueda de identidad, la reconciliación con lo femenino, y el equilibrio entre los aspectos masculinos y femeninos de la psique. Este viaje, articulado en diez etapas, busca ayudar a las mujeres a sanar y a encontrar un sentido de totalidad y empoderamiento personal.

Mientras que el viaje iniciático del héroe masculino es un descubrimiento, el de la heroína es un redescubrimiento, no la búsqueda de algo nuevo en lo que convertirse. La heroína avanza hacia algo que ya ha sido y sigue siendo en esencia, pero que ha olvidado o tenido que ocultar.

Dicho todo esto, recordemos que estos ensayos recogen la tendencia, no la reivindican. Si yo digo que los héroes en la literatura son casi todos masculinos, estoy señalando la realidad, no diciendo que esa realidad sea justa ni correcta. Lo aclaro para la gente que lea esto en X, a.k.a. Twitter.

¿Se refleja el viaje del héroe en La profecía de Thebos?

Pues sí, claro. Si es que está todo inventado. Muchos de esos pasos están reflejados en esta obra, aunque al tener una cierta estructura coral, la trama se expande en diferentes personajes y los arquetipos son menos obvios…, pero ahí están. Es inevitable, pero no es algo negativo. Identificar un patrón conocido hace que nos sintamos más cómodos con la lectura. Eso enriquece la experiencia, siempre que el patrón se limite a los arquetipos, y no se extienda a las tramas.

La profecía de Thebos me ha sorprendido en ese sentido. Sí, tienes una «llamada a la aventura», un mentor, etc., pero la historia es original en muchos sentidos y resulta entretenida, que es de lo que se trata. Leerla no me ha supuesto un antes y un después, no es una obra que te deje un poso con el que te despiertes a media noche, pero sí me ha entretenido y dejado un buen sabor de boca, que no es poco. Es una lectura ligera que a veces me ha parecido algo floja, con escenas y momentos que no me decían nada o me parecían irrelevantes, pero que he disfrutado en su conjunto y me ha parecido muy recomendable.

Y por resumir un poco todo…

La novela de aventuras siempre ha estado con nosotros, no solo desde el inicio de la novela como tal, sino incluso desde el inicio de la literatura, si podemos hacer una distinción tan de brocha gorda.

Las características de una novela de aventuras, como pasa en todos los géneros, no están definidas con claridad, ni deben estarlo. Un tipo concreto de arquetipo dentro de la novela de aventuras es «el viaje del héroe», pero no es el único. Podríamos hablar de los arquetipos y tramas presentes en las obras protagonizadas por grupos de amigos, por ejemplo, y seguro que nos vendrán a la mente un buen montón.

Quizá sus temas centrales no sean las características más íntimas y profundas del ser humano y de la sociedad, pero a cambio nos harán soñar e ilusionarnos. La sonrisa que provoca una buena novela de aventuras no tiene nada que ver con el humor, sino con la felicidad.

Ya sé cómo funciona el mundo en el que vivo. Dame sueños y aventuras, que del resto ya voy servido.

Y echa un ojo a La Profecía de Thebos, que te va a gustar.

Liniers, siempre una maravilla

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