UNIVERSO HUMANO Y UN FUTURO MESIÁNICO: LOS (MARAVILLOSOS) CANTOS DE HYPERION

Dan Simmons es un escritor que quizá te suene. En 2018 adaptaron una obra suya a televisión: El terror, con un éxito relativo. Ha escrito varias obras de terror, como Los vampiros de la mente o La canción de Kali, que ya te comenté aquí.

Pero sobre todo se le conoce por su obra más extensa de ciencia ficción: Los Cantos de Hyperion, compuesta por cuatro libros y un relato, y una trama dividida en dos partes muy diferenciadas. Hoy te voy a contar por qué te puede gustar esta impresionante y maravillosa obra.

En 1989 se publicó Hyperion. En ese libro asistimos al viaje que realizan una serie de personas hacia un planeta llamado Hyperion. Cada una de ellas cuenta su historia y la razón por la que están viajando hacia ese planeta del que todo el mundo está huyendo… porque el Alcaudón, un monstruo de metal de origen desconocido, venerado como un dios por algunos y como el heraldo de la destrucción por otros, ha empezado a matar a sus habitantes.

Al mismo tiempo, unos edificios impenetrables llamados las Tumbas del Tiempo, construidos en el futuro y enviados hacia atrás en el tiempo, están a punto de abrir sus puertas. Ese hecho llama la atención de los éxters, una civilización que antaño fueron humanos y que evolucionaron para vivir en el espacio hace siglos. En medio de todo eso están las IAs independizadas de la humanidad, que nadie sabe dónde se ocultan físicamente ni cuáles son sus intenciones, pero que tienen una relación poco clara con los gobernantes de este universo humano.

Admitirás que resulta interesante, o intrigante, por lo menos. Este tipo de tramas con una humanidad repartida en varios planetas, entre otras características, es lo que se conoce como Space Opera.

Esta es la Space Opera que siempre vivirá en nuestros corazones, por cierto.

Todo esto lo vamos averiguando por las historias que cuentan los viajeros. Son muy diferentes y algunas te gustarán más que otras, pero todas son sorprendentes e inquietantes…, y en todas te da la impresión de estar viendo un fragmento de un cuadro inmenso y lleno de colores que nunca habías visto, nuevo y desconcertante.

Hyperion es ciencia ficción de la buena, de la que no podría contarse si no es mediante la introducción de tecnología avanzada y de una civilización extendida a lo largo de la galaxia. El espacio y las distancias entre planetas no forman un escenario, sino un elemento más de la trama. La tecnología y las IAs son esenciales en muchos sentidos. Y siempre hay algo más, oculto a plena luz…

La obra genera una expectación enorme en el lector a partir de un montón de incógnitas: las intenciones del monstruoso Alcaudón, la desaparición de la Tierra, engullida por un agujero negro creado en un experimento antiguo, el origen de las Tumbas del Tiempo y su entropía inversa, y todo ello enmarcado en un planeta con nombre literario: Hyperion, como el poema inacabado de John Keats

Keats on his Deathbed, por Joseph Severn

El resplandor, el esplendor y la simetría,

No puedo ver sino oscuridad, muerte y oscuridad.

Y así como el poeta murió sin terminar ese poema, la obra termina cuando los peregrinos llegan al planeta…, pero la historia no acaba ahí. Llegamos entonces a La caída de Hyperion, el segundo libro, que supone la conclusión y cierre de las tramas abiertas en el primero. Aquí ya no hay historias individuales: los peregrinos deberán sobrevivir en un planeta de terribles tormentas de tiempo, a la sombra del monstruo, mientras el gobierno de la red de mundos conspira para salvarlos o para deshacerse de ellos, según les convenga.

Las incógnitas se resuelven, algunas quedan inconclusas, porque la vida sigue, y el lector termina con un paseo por un camino de baldosas amarillas, casi literalmente, con la impresión de que los protagonistas han sido utilizados en todo momento por fuerzas mayores que ellos mismos.

¿Fue un exitazo? Fue un exitazo. Hyperión se llevó un montón de premios y, aunque la segunda parte no es tan absorbente y se pierde un poco el efecto asombroso de la primera, el conjunto es una lectura y relecturas apasionantes.

Entonces, Dan Simmons nos abandonó.

No, no murió. Me refiero a que dejó un poco de lado la ciencia ficción para dedicarse a otros géneros.

Admitámoslo: la ciencia ficción sigue siendo marginal a nivel de ventas. Las adaptaciones de los grandes libros de CF más o menos triunfan en el cine, aunque por una cuestión de espectacularidad más que por un interés genuino en el género. Y los libros en sí… Bueno, el «gran público» sigue sin interesarse en ellos. La ciencia ficción siempre ha sido un poco… incómoda a la hora de provocarnos dulces sueños, y no resulta tan atractiva como otros géneros. Como si la fantasía fuera para cualquiera, pero la ciencia ficción fuera solo para frikis interesados en la ciencia, no sé si me explico. Y no es así.

Pasaron algunos años, y el autor nos dio una grata sorpresa anunciando otra obra ambientada en el universo de Hyperion.

(Digo «Universo» y es así de forma literal. ¡Aprende, Marvel!).

El segundo «arco argumental» llegó con Endymion, que es otro poema de Keats y también el nombre del protagonista. Esta obra transcurre mucho tiempo después de los hechos contados en la primera parte. Los éxter siguen por ahí, las IAs están a lo suyo y muchas cosas han cambiado.

El poder en este universo humano lo ostenta la Iglesia. Sí, como lo lees: la iglesia de Jesucristo, la Virgen María y el dios único es la mayor potencia del mundo humano, debido a un parásito que… No quiero hacer spoiler, pero es impresionante cómo está plasmada esa nueva iglesia en un universo colonizado por el hombre, con las mismas taras que tiene la iglesia actual y sus mismos objetivos.

Esta segunda parte es una vuelta de tuerca al viaje del héroe en toda regla, pero con un montón de detalles que la hacen única. Hayas leído o no la obra, estos puntos te van a llamar la atención:

  • La niña-mujer mesías y su evolución, usando los efectos de la relatividad y la deuda temporal del viaje más rápido que la luz para agrupar un cariño infantil y un amor romántico en la misma persona, sin que quede raro y moralmente criticable.
  • La evolución de las IAs a partir de cadenas de bytes ridículamente pequeñas y la misteriosa identidad de unos seres inteligentes que existen en el futuro y cuyas acciones resuenan en el presente.
  • Los viajes estelares, posibles a grandes velocidades solo para aquellos que han abrazado la fe en Cristo. Eso tiene una explicación y no es mística. No me dirás que no suena intrigante.
  • Planetas tan ricamente detallados que te parecerá estar en ellos, desde gigantes gaseosos a un planeta budista cuyos habitantes viven a varios kilómetros por encima de las nubes tóxicas de la supereficie.
  • Guerras estelares con los eternos dilemas de soldados que han recibido órdenes de atacar a una población civil y desarmada.

Y todo se aglutina y se integra en la trama de forma lógica, paulatina y coherente. Es, con diferencia, uno de los trabajos más complejos y mejor estructurados que he leído nunca. Y hablamos de 3000 páginas, así a ojo.

El problema de estar apasionadamente enamorado, pensé, es que te quita mucho sueño.

La unión entre la ciencia ficción y la mística no es rara: la vemos en Dune, en Star Wars y en muchas otras obras. Recuerda: la única magia que admite la ciencia ficción es la magia iniciática. En Los cantos de Hyperion esta unión está tratada con mucho cuidado y de forma sutil. Ciencia y religión se dan la mano y se enfrentan a la condición humana desde diferentes ángulos no excluyentes, dándole a la historia una dimensión que va más allá de la inmensidad del espacio, que se atreve a entrar en el propio tejido de la realidad y analizar el lugar que ocupa en él la existencia y la mente humanas.

Vale, ha sido una frase muy rimbombante, pero ya sabes lo que quiero decir.

Con El ascenso de Endymion asistimos al último acto de esta inmensa y apabullante historia, en la que queda todo cerrado, atado, explicado y desarrollado… No es que nos lo cuenten todo, pero no quedan cabos abiertos más de lo necesario. No quedan dudas sin resolver más allá de nuestra curiosidad por saber cómo terminarán las vidas de los protagonistas. Termina en el momento justo porque, como decía Orson Welles, tener un final feliz depende, por supuesto, de donde quieras que acabe tu historia. Tampoco es que el final sea feliz. pero cierra todas las tramas de la única forma posible.

La historia se cierra con un relato ambientado mucho tiempo después: Huérfanos de la hélice, que es un maravilloso colofón, cierre y punto final, y ayuda a mitigar la extraña sensación de soledad que se te queda cuando terminas de leer un libro que te apasiona.

La sensación que tuve al leer los libros por primera vez era que les sobraban muchas páginas. Eso es cierto. Hay descripciones o momentos tan detallados que estás deseando pasar a la siguiente escena y saber cómo continua la trama. Además, el protagonista absoluto de la segunda parte, Endymion, era un imbécil. Eso sigue siendo cierto. Así que la impresión fue que había leído unos libros estupendos…, y ya.

Entonces, varios años después de mi primer acercamiento a esta obra, decidí releer todos los libros. Y la experiencia ha sido todo un descubrimiento.

No recordaba con detalle todo lo que ocurría, pero tener más o menos una idea del desarrollo me ha permitido leer con más calma, con menos ansia anticipatoria, por usar una expresión que me acabo de inventar, y prestando más atención a los detalles, a cada párrafo y cada descripción, a cada diálogo y recurso literario.

En Endymion tenemos una narración en primera persona, en pasado, y otra en tercera persona, en presente. Tenemos descripciones de conversaciones casi taquigráficas, persecuciones, peleas físicas y batallas espaciales. El autor sabe lo que quiere y lo que no quiere el lector, y sabe ponerse en su pellejo.

El dolor es interesante y desconcertante. Pocas cosas en la vida nos exigen una atención tan excluyente, y pocas cosas son más aburridas como tema de conversación o lectura.

Este dolor era totalmente absorbente. Quedé asombrado por su carácter implacable y dominante.

Incluso la idea que me había transmitido el protagonista, que era un capullo egocéntrico e inmaduro, cobra más sentido en la relectura y he llegado a la conclusión de que es algo intencionado. Es un joven fuerte y resuelto, valiente, sí, pero también bastante imbécil en ocasiones. Eso le hace más humano y sirve como contrapunto a Aenea, la otra gran protagonista, para evitar que les cojamos manía como personajes guapos y perfectos, en plan Mary Sue y Gary Stu.

Sus defectos, su elección y hasta su nombre están elegidos con cuidado. Al fin y al cabo, en la mitología griega, el dios Hiperion tiene una hija que se enamora de Endimion, un mortal. Cuando hablamos de Dan Simmons, nada es casualidad.

¿Qué puedo decir? Esta relectura ha sido una experiencia literaria maravillosa.

Selene y Endimion, por Albert Aublet

Si no conoces esta obra, espero que te haya picado la curiosidad lo suficiente como para acercarte a ella. El primero de los cuatro libros creo que te parecerá genial y sorprendente. Y si ya la conocías, te recomiendo que hagas un hueco para releerla.

Sí, lo sé: los lectores habituales tenemos siempre tantos libros pendientes por leer en la mesilla de noche que parece raro pausar esas lecturas para acercarte a algo que ya conoces, es decir, para releer.

Pero esta costumbre es algo que, como estoy descubriendo, da muchas alegrías y permite profundizar y conocer mejor estas gigantescas obras.

Al fin y al cabo, todos conocemos a personas que releen con frecuencia a Tolkien, a Dumas o a Joyce. Así que, a esta lista, debemos añadir a Simmons.

Confía en mí. No te arrepentirás.

***

Sonreí y le estrujé el hombro.

-¿Qué sucede, Aenea? Intentó reírse. No pudo.

-Todo. Todo anda mal. Tengo miedo. Todo lo que sé sobre el futuro me mata de miedo. No sé cómo escaparemos de esos tíos de Pax, y sé que estarán esperándonos dentro de pocos días. Extraño mi hogar. No puedo regresar, y todos los que conocí se han ido para siempre excepto Martin. Sobre todo extraño a mi madre.

Le apreté el hombro. Brawne Lamia, su madre, era un personaje legendario, una mujer que había muerto dos siglos y medio atrás. Algunos de sus huesos ya eran polvo, dondequiera que estuviesen sepultados. Para esta niña, la muerte de su madre había ocurrido sólo dos semanas atrás.

-Lo lamento -musité, y de nuevo le apreté el hombro, sintiendo la textura de la vieja camisa del cónsul-. Todo saldrá bien.

Aenea asintió y me cogió la mano. La suya aún estaba mojada. Su palma y sus dedos parecían diminutos contra mi manaza.

-¿Quieres venir a la cocina y comer un poco de torta de chalma conmigo? -susurré-. Es sabrosa.

Ella meneó la cabeza.

-Creo que ahora me dormiré. Gracias, Raul.

Me estrujó la mano antes de soltarla, y en ese instante comprendí la gran verdad: La Que Enseña, la nueva mesías, aquello que la hija de Brawne Lamia resultara ser, también era una chiquilla, una pequeña que reía haciendo piruetas en gravedad cero y lloraba de noche.

Subí silenciosamente la escalera, deteniéndome para mirarla antes de que mi cabeza llegara al nivel de la cubierta siguiente. Estaba acurrucada bajo la manta, mirando hacia el otro lado, y su cabello reflejaba el fulgor de las consolas.

-Buenas noches, Aenea -susurré, sabiendo que no me oiría-. Todo saldrá bien.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.