Las maldiciones son un elemento recurrente en los relatos de terror, así como en otros géneros literarios.
Este comentario no es un reproche. Ni un axioma.
Porque con frecuencia somos nosotros mismos los artífices de nuestras propias desgracias, y de nuestras maldiciones. De las reales y, quizás, al paso que vamos, tal y como está el mundo, de las que inventamos. Todo es posible.
Pero ahora voy de historias, me refiero a novelas. A la ficción.
Desde —pongamos una muestra— Edgar Allan Poe —considerado uno de los maestros de los relatos de terror— hasta Stephen King, por ejemplo, con su novela Maleficio —firmada bajo el seudónimo de Richard Bachman—, pasando, o incluso superando a los mencionados, por vuestros propios autores favoritos, es probable que encuentres maldiciones en todas las tramas.
En fin, las opciones son muchas y variadas, ¿verdad?
Hoy hablaré de una autora que escribe género de terror, y de su novela, El corazón del carrusel, con una maldición como telón de fondo.
Sandra Gómez Moreno es una escritora que utiliza mucho las RRSS y a la que se la conoce como Dama terror en algunos foros. En la actualidad, está promocionando sus obras en varios eventos. Lo menciono en plural porque, sin ir más lejos, además de la novela corta El corazón del carrusel, hace poco que publicó una antología titulada Tejedora de Horrores, que recopila textos de cuando era redactora en el blog Espiademonios.
Descubrí sus textos cortos a través del blog en el que participaba, y sus escritos más extensos mediante su relato Aguja, disponible en formato digital en Amazon (si bien esta lectura no pertenece al género de terror).
Centrémonos ahora en su novela corta. Tampoco debo desvelar demasiado, dada su extensión. Y, como comentaré al final, tampoco puedo hacerlo.
El corazón del carrusel, de Sandra Gómez Moreno,presenta una maldición a la par que un entorno familiar malsano, desgarrador y lleno de secretos.
La edición que poseo en papel es de noviembre de 2023; la cubierta está realizada por Mester Ediciones; consta de 158 páginas y cuenta con un prólogo de Jesús Relinque. Autopublicada en Amazon.
El libro, en su interior, incluye bonitas ilustraciones, todas dibujadas por la propia autora y que, en el caso particular de las que representan el carrusel y sus detalles, van cambiando según avanza el relato. ¿Es esto un presagio? Los dibujos le dan un aire vetusto, evocando la sensación de fotografías antiguas. Tal vez porque desea que sintamos lo mismo que cuando contemplamos un carrusel: una invitación a reflexionar sobre el pasado y sentir nostalgia.
El corazón del carrusel puede engañar con su título. En realidad, no hay corazón en el carrusel, no es un objeto maldito y asesino, o al menos, no como sería de esperar.
La historia que nos cuenta no se limita a explorar una amenaza que parece surgir del tiovivo —algo a todas luces previsible por el título—; esto sería superficial. Lo que hace es sumergirnos despacio en la vida de una familia y sus miserias humanas, en la muerte de alguno de sus miembros de forma terrible —asociada a una maldición— y en cómo los supervivientes intentan superarlo a medida que va pasando el tiempo. Algunas situaciones son inexplicables y suceden sin un motivo aparente, pero con el paso de los años se van aclarando.
Aunque el «Unicornio» del carrusel nos acompañe como personificación del mal, y pensemos que será lo que nos atará a la novela, nada de eso; serán los miembros de esta familia los que te atraparán.
«Sé que Ramón montaba de vez en cuando en el carrusel y el unicornio le encantaba».
La historia aborda lo sobrenatural; con apariciones de los fallecidos que conversan con los vivos; también se centra en la relación entre los diferentes miembros, tanto vivos como muertos, sometidos a desgracias que se entrelazan unas con otras. Explora las reflexiones de los protagonistas y su preparación para superar lo ocurrido.
Predomina la sensación de que hay numerosos asuntos incompletos y una maldición que parece inevitable. Es el miedo y el odio que se relata lo que te mantendrá pendiente de lo que acontece.
«Con su pala abre el hueco en la tierra, así como la muerte lo ha hecho en mi alma».
La historia es disfrutable, entretenida y, sobre todo, repleta de buenos diálogos, ya que Sandra Gómez Moreno sabe sacarle un gran provecho a las conversaciones, capturando el tono y expresiones necesarias en cada situación. Es posible que la autora incluya experiencias y vivencias personales, como juicios sobre la soledad o la indiferencia. No en vano, suele comentar que la vida real es un medio maravilloso y sugerente de la que extraer oscuros pensamientos para la ficción. No sabemos si lo dice en serio o aún más en serio.
Los episodios, cada uno marcado con algún terrible suceso, se asemejan a una enfermedad terminal que va avanzando inexorable a través de distintos estadios. Los mencionados episodios actúan de capítulos que siguen un orden cronológico, breves y donde predomina la descripción del miedo experimentado por los diversos personajes que nos hablan, quienes van acumulando desasosiego y desesperanza a medida que se avanza en la lectura.
Además, se exploran los sueños que tienen, los cuales aportarán información adicional, preparándonos y generando más tensión.
Utiliza la primera persona en toda la obra. Este hecho, junto con los capítulos numerados y fechados, da al lector la impresión de que se encuentra ante un diario maldito, que no debería leer por lo que le pueda pasar. No hay demasiadas descripciones del entorno; accedemos a los propósitos de los protagonistas, de los desafortunados, como si dejaran escrito lo que ocurre.
A través de ellos conoceremos el dolor, el miedo, el horror, las apariciones, la culpa, el apego por la familia, el desastre o el odio.
Sin embargo…
Ahora tengo que decir que esta reseña se queda a medias. Sí, a medias.
¿El motivo? Que el libro no es concluyente, tiene un continuará que invita al lector a su segunda parte.
Sandra Gómez Moreno ha decidido dejarnos montados en el carrusel, dando vueltas, hasta que su corazón —o el de los protagonistas—, decida contarnos el final de la historia.
«Tengo que admitir que en un principio no vi sus verdaderas intenciones. Recuerdo que cuando Francisco tenía seis años e Isabel y Ramón cuatro, me sugirió construir un carrusel de caballitos con un unicornio en su parte alta como homenaje al grabado de mi abuelo […]».
Esta situación puede generar debate: queremos saber cómo seguirá.
Aquellos a quienes no les gusten los cuentos inacabados pueden optar por mantenerse alejados. O pueden esperar y adquirir ambos libros a la vez —suponiendo que sean dos— para beneficiarse del desenlace completo.
O arriesgarse a montar porque la experiencia en esta primera travesía está llena de suspense.
Es decisión vuestra.
En definitiva, una lectura recomendable para los amantes del terror: buenos personajes, intensos diálogos y atmósfera siniestra.
Tal vez esta era su particular maldición: quedarnos a medias y con ganas de más.